El epicentro de esta película es Julianne Moore, porque su protagonismo es absoluto; aparece en todas las secuencias de "Siempre Alice" y la actriz, entonces, es el eje, la réplica, el eco y la suma total.
Y con justicia y merecimientos, en la que fue su quinta nominación, obtuvo el Oscar a la Mejor Actriz en la última ceremonia de los galardones.
Sobre los hombros y la memoria de su personaje descansa la dramática historia de una enfermedad, el Alzheimer, que ataca a una mujer de 50 años que es trabajadora, inteligente y activa.
Alice Howland es profesora de Lingüística en la Universidad de Columbia de Nueva York y una experta en su tema, donde la paradoja es que enseña signos, símbolos, lenguas y comunicación.
A poco de comenzar la historia, le detectan los síntomas de una pérdida que se hará cada vez más progresiva y universal.
La película no pretende dar golpes de efecto ni modificar la linealidad del relato ni nada que altere el registro del mal y sus consecuencias.
La narración subraya lo previsible y anunciado por la enfermedad y le sobran buenas intenciones y párrafos de autoayuda.
Lo de Alice es el manual de los síntomas y efectos del Alzheimer, capítulo por capítulo, donde la película no evita un registro pedagógico y de utilidad pública.
El personaje primero olvida un nombre y luego cosas mínimas y baladíes, hasta llegar a esos vacíos enormes, donde se pierden los sentimientos y la identidad.
Julianne Moore encarna el proceso de la enfermedad, los escalones de la transformación y un deterioro pausado, pero implacable y sostenido.
La profesora y lingüista, por oficio y deformación profesional, tiene plena conciencia de su tragedia, por los efectos de la desconexión, la desaparición de lo aprendido y por esa condición de mujer cada vez más aislada e incomunicada.
Una enfermedad que puede convertir en cómico al paciente, por sus olvidos y repeticiones; o en alguien patético, porque dejó de controlar su cuerpo; o en un desconocido que no identifica y quizás ya no quiere a su propia familia.
En la etapa terminal de la enfermedad, con esa mujer que flota sobre lo que fue su vida, la película supera una narración que es dramática, naturalmente, pero al mismo tiempo es plana, monótona y anunciada.
En los momentos terminales de silencio y ausencia, cuando la mujer de pronto toca levemente lo que está en su memoria o roza sus antiguos sentimientos o bien despierta sus recuerdos.
En esa mirada perdida frente al relato de su hija menor.
En ese cuerpo flaco y quebradizo, que aún conserva los dibujos de lo que fue: profesora, esposa y madre.
En esos destellos de Alice Howard, la película alumbra la enfermedad, la oscuridad del vacío y el enorme desconcierto humano.
"Still Alice". EE.UU.-Francia, 2014. Directores: Wash Westmoreland y Richard Glatzer. Con: Julianne Moore, Alec Baldwin, Kristen Stewart. 101 minutos. T.E.+ 7.