Nicolás Olea

Como tantas veces, a Colo Colo se le había complicado el panorama en el Monumental. Esta vez no fueron las expulsiones ni los errores propios, sino que el ordenado esquema de su rival copero, Atlas de México, lo que estaba incomodando sobremanera a los dirigidos de Héctor Tapia.

El visitante planteó el partido que más le convenía. Con presión en la salida colocolina y marcas específicas sobre los hombres de mayor fútbol del conjunto albo, los mexicanos desarticularon a los dueños de casa, que no encontraron caminos para acercarse con peligro al área rival.

De hecho, Atlas tuvo mejores ocasiones, en especial a través de Caballero, lo que obviamente ahondó la confusión de Colo Colo.

Pero Tapia reordenó piezas, hizo cambios y por fin pudo enrielar el partido.

La salida de los dos aleros -Delgado y Flores- y los ingresos de Baeza y Vecchio le dieron al conjunto albo mayor posesión de balón y libertad a Valdés para conducir.

"Pajarito" tomó la batuta, matizó los tiempos y Colo Colo comenzó a encontrar vías para desordenar a la defensa de Atlas.

Aparece el gol

Faltaba sí el toque final. Y como tantas veces, los albos lo encontraron gracias a la precisión de su máximo artillero, Esteban Paredes. El delantero aguijoneó en los momentos justos, primero con un penal tras falta cobrada en contra de Valdés, y después con un toque sutil, de esos que son marca de fábrica, luego de un centro preciso de Fierro cuando el partido moría.

Colo Colo finalizó una jornada feliz ante casi 40 mil almas porque supo resolver dilemas y terminó agitando esperanzas para prolongar su historia en la Copa Libertadores.