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Domingo 01 de marzo de 2015
Alain Delon visita Chile en 1965
1 de marzo de 1965
"¡No!", respondió cuando le preguntaron si se consideraba un buen actor. La sinceridad de Alain Delon deslumbró a los presentes en la primera conferencia de prensa que dio en Chile, en el Hotel Carrera, el 1 de marzo de 1965. Allí explicó que venía por cuatro días, junto a su esposa Nathalie Barthelemy, a promocionar su último filme, "Tengo derecho a matar", y expresó: "He participado en 17 películas y rechazado alrededor de 30 por no agradarme".
"El Mercurio" informaba que había llegado el día anterior, procedente de Buenos Aires. "En Los Cerrillos centenares de admiradoras le tributaron un entusiasta recibimiento al astro francés, una de las figuras de mayor renombre del cine europeo, con producciones de éxito mundial, especialmente aquellas en que sus roles de galán lo han convertido en ídolo juvenil".
Se leía que el artista de 29 años destacaba por su buen humor y simpatía. "Incluso salió junto a su mujer, como una pareja de tranquilos turistas, a caminar por el centro de Santiago, saludando a quien se le cruzara. Confidenció que había dejado a su hijo en México, a cargo de unos amigos". Sobre su contextura, se precisaba que "su estatura de 1,82 metros lo hace fácilmente identificable a la distancia. Tiene el pelo castaño oscuro y ojos intensamente azules. Su porte deportivo y varonil contrasta con la suavidad de sus facciones; su nariz es recta, fina y en sus labios delgados aflora una risa fácil y cordial".
Delon había iniciado su carrera artística en 1955. "Ha triunfado únicamente gracias a sus condiciones naturales, pues carece de estudios teatrales". Consultado acerca de sus películas preferidas, optaba por "A pleno sol", que protagonizó con Marie Laforet. En cuanto a directores, distinguía a Antonioni, en "Eclipse", y a Visconti, con quien trabajó en "Rocco y sus hermanos" y "El Gatopardo". Una crónica mencionaba una experiencia poco conocida de su vida: "Combatió durante tres años como voluntario en la guerra de Indochina".
El actor, antes de continuar su gira a Lima, estuvo en Viña del Mar, donde hubo disturbios y hasta lesionados. "Firmó autógrafos, se dejó besar y fue prácticamente arrastrado por sus fans".
Un editorial de este diario analizaba el efecto que provocaba en el público la presencia de la estrella del cine francés: "Esas personas que lo siguen van también a la siga de sus propios fantasmas y aplauden a un héroe que necesitan para su propia alegría".