Esta película registra un misterio: el proceso por el cual un niño se convierte en un hombre. Es un misterio cotidiano, y seguro que por eso nos pasa inadvertido. Solo el cine, y quizá solo Richard Linklater, podía restaurar el estatuto de ese misterio al que cabría llamar milagro si la cinta tuviese alguna traza religiosa.
Pero no la tiene, porque lo que a Linklater le interesa es naturalizar el proceso, devolverlo a su componente esencial, que es el tiempo. El niño Mason (Ellar Coltrane) pasa progresivamente de los 5 a los 18 años mientras crece en estatura, cambia de pelo, se transforma su cuerpo, pasan las modas y las tecnologías y las viejas interrogantes de la infancia se reprocesan en otras nuevas, más extensas. El tiempo hace su tarea. Y el cine regresa a su vocación primigenia, que es el tiempo.
Junto con Mason crece su hermana, Samantha (Lorelei Linklater), apenas unos años mayor, y envejece su madre, Olivia (Patricia Arquette), en lo que es el lado más triste de este filme. Mientras se expande una vida, otra declina casi sin darse cuenta, después de entregarlo todo para que lo primero fuese posible. También envejece el padre (Ethan Hawke), pero este hombre, adolescente perpetuo, está concentrado en su propia vida y solo dispone del cariño para darlo a sus hijos en algunos fines de semana.
No hay nada especialmente dramático en Boyhood, y sin embargo todo es intensamente dramático, en clave baja, sin estridencia. La familia en que crece Mason es un tanto disfuncional -madre divorciada, tres fracasos con parejas posteriores, seis cambios de casa, varios colegios-, pero nunca pierde el calor de hogar ni el sentido de pertenencia. No hay incidente ni rareza que altere el carácter introspectivo del apacible Mason. No es lo que Yeats llamaba "la ignominia de la infancia", sino casi lo contrario: la tristeza de saber su fugacidad.
La pregunta clave del crecimiento (¿qué quieres ser?) la convierte un profesor en algo diferente: "¿Qué puedes hacer que no haga nadie más?". Esta es la interrogante del artista. Es una pregunta mayor, que de pronto confiere a Boyhood una significación inesperada: el retrato del artista en su crecimiento.
Linklater no subraya nada de esto. Filma, como siempre lo ha hecho, con su disciplinado e impecable clasicismo, el decurso, los momentos, la duración. Las cosas que suceden no son casuales, por supuesto -¿quién podría sostener un proyecto de 12 años con hechos casuales?-, pero son gráciles, leves, vitales. Es la manera en que Linklater concibe la vida y su cine está siempre al servicio de esa visión. No son muchos los cineastas de los que se puede decir lo mismo. Y no cabe duda de que, dentro de esa trayectoria, Boyhood es una cumbre.
Boyhood (Momentos de una vida) Dirección: Richard Linklater.Con: Ellar Coltrane, Patricia Arquette, Lorelei Linklater, Ethan Hawke, Marco Perella, Zoe Graham. 165 minutos.