Adrián Ventura
La Nación, Argentina, GDA
El fallo del juez Daniel Rafecas no quiso dejar lugar a dobles interpretaciones y en varios párrafos dejó en claro que la Presidenta y el canciller no cometieron delito alguno: así, la sentencia se convirtió en un certificado que Cristina Kirchner podrá levantar como prueba de que el "partido judicial" (jueces y fiscales que ella ve como enemigos) existe y de que la perseguía arbitrariamente.
En otras palabras, la sentencia del juez le da a la Presidenta la posibilidad de alejarse de la muerte del fiscal Nisman y hacerlo con el menor daño posible.
De un plumazo, Rafecas produjo una onda expansiva que la oposición, la sociedad y otros jueces sentirán por mucho tiempo.
En efecto.
Primero: si ella no cometió el delito de encubrimiento del caso AMIA, como siempre insistió el gobierno en decir -y ahora lo confirma Rafecas- nadie de su entorno pudo haber tenido interés en dañar a Nisman.
Segundo: el fallo tira por tierra dos años de investigación que había llevado adelante Nismam.
Tercero: la decisión también deja sin sustento ni respaldo al fiscal Gerardo Pollicita, que al formular hace dos semanas el requerimiento fiscal había entendido que la denuncia de Nisman estaba apoyada sobre pruebas sólidas -aunque también pidió nuevas pruebas para fortalecer más la investigación-. Rafecas decidió que aquella denuncia de Nisman y estos planteos de Pollicita no tienen la más mínima seriedad para ser investigados a fondo.
Cuarto: El fallo también deja muy mal parados a los fiscales federales que organizaron la marcha del 18F y a quienes participaron en ella. Cuatrocientas mil personas marcharon para honrar la memoria de Nismam y para pedir más justicia. ¿Qué opinarán ahora? Ahora, aquello es tiempo pasado remoto.
Quinto: El fallo también le permite al gobierno ganar mucho tiempo, porque pasarán varias semanas e, incluso, meses hasta que el fiscal Pollicita apele, el fiscal Germán Moldes sostenga el recurso y la Cámara Federal se pronuncie por abrir el caso que Rafecas cerró o por confirmar la sentencia del juez. Y ese tiempo, en un gobierno que atraviesa su último año, vale oro.
Sexto: Durante todas estas semanas, Cristina podrá exhibir el fallo de Rafecas como un certificado de buena conducta, que confirma que ella no cometió delito alguno.
Y, séptimo, al mismo tiempo, podrá argumentar que Nisman, Pollicita y otros fiscales efectivamente la venían persiguiendo arbitrariamente, como ella anticipó cuando, el sábado, afirmó que eran todos parte del "partido judicial".