La mejor audiencia para la última película de Clint Eastwood está en Estados Unidos, porque es la biografía de otro héroe nacional.
Es la historia de un buen salvaje, granjero, cowboy y además tejano, Chris Pyle (Bradley Cooper), que fue un campeón en la invasión a Irak. Estuvo en el frente entre 2003 y 2009, participó de cuatro excursiones y así fue contando muertos, para convertirse en un francotirador letal que, según el Pentágono, sumó 150 víctimas entre soldados rivales, niños y mujeres.
"Francotirador" es propaganda, mensaje patriotero y un canto al integrante de la mayoría silenciosa, que un buen día decide servir a su país, porque en la televisión vio el horror de las Torres Gemelas.
Pyle pertenece a los Navy Seal y al grupo de operaciones especiales que debe proteger a los marines en la excursión terrestre. Con su arma, apostado en los techos y con puntería prodigiosa, elimina los peligros, despeja el terreno y sus balas son el escudo protector de los soldados que recorren los callejones y revisan los edificios destruidos.
Eastwood coloca en la balanza algo de culpa y remordimiento en su protagonista, porque en su reguero de aciertos hay iraquíes de ambos sexos y de todas las edades.
Las penas de Kyle ocupan parte del metraje y es cierto que lo trata un sicólogo, su matrimonio se agrieta y hasta pierde los nervios ante el ladrido de un perro o el sonido de un taladro.
Todo es pasajero y repentino, son más bien anécdotas políticamente correctas, puros cuentos cortos que se superan con frases de tono bíblico y clásicas en el cine del viejo Rambo: alguien tiene que hacerlo y se trata de ellos o nosotros.
El santo remedio para Kyle puede ser un partido de béisbol, una cerveza helada, cazar ciervos o bien un sobreviviente que le da las gracias por haberle salvado la vida allá por Irak.
Una directora como Kathryn Bigelow, en "Vivir al límite" (2008) o "La noche más oscura" (2011), podía desgajar la victoria, desmenuzar el valor, auscultar el miedo y convertir a la guerra en un drama humano.
"Francotirador", al contrario, evita las complejidades y es capaz de eludir el final de la historia y resumirla con una frase, porque lo inexplicable es que para Chris Kyle, el héroe, fue más peligroso el Estados Unidos pacífico que el Irak en llamas.
Para Clint Eastwood este es un asunto de bandos: los Seals y los marines y al frente esos fanáticos guerrilleros crueles, y en ese esquema la letra chica, el matiz o la paradoja, simplemente no entran.
El director no está para intentar otra cosa y además, para ser preciso y respetuoso, ya lo hizo con "Los imperdonables" (1992), "Río Místico" (2003) o "Million Dollar Baby" (2004).
Obras maestras muy distintas a lo de ahora, que es cine de propaganda y kinesiología: estirar las piernas, filmar con gusto las escenas de acción, mover los músculos, cantar un himno y darle duro a los enemigos de Estados Unidos.
"American sniper". EE.UU., 2014. Director: Clint Eastwood. Con Bradley Cooper, Sienna Miller, Keir O'Donnell. 132 min. 14 años.