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Cartas
Martes 10 de febrero de 2015
Hallazgo de avión
Señor Director:
En relación con el hallazgo del avión DC 3-210 de LAN, accidentado en 1961, quisiera precisar lo siguiente:
La máquina volaba el 3 de abril de 1961 desde Castro, con escalas en Osorno y Temuco, con 21 pasajeros y tres tripulantes. Además de los jugadores de Green Cross, venían los tres árbitros del encuentro y 6 pasajeros. Dos eran damas: las hermanas María y Gabriela Andrade. Los pilotos al mando de la nave fueron Silvio Parodi, de gran experiencia, y Carlos Jorquera.
El último contacto fue a la altura de Los Ángeles, donde el comandante informó de hielo en las alas, solicitando permiso para cambiar de rumbo, lo cual no se le concedió por cuanto otra nave viajaba desde el norte hacia el sur en esa ruta.
En esas circunstancias, el director de la Escuela de Artillería de Linares, coronel Juan Bancalari Zappettini, experto en alta montaña, analizó toda la información disponible y determinó que el accidente solo pudo tener como escenario la cordillera frente a Linares.
La FACh apoyó su teoría y envió cuatro aviones B-26, al mando del comandante Hans Bastelman, quienes sobrevolaron y fotografiaron el macizo andino.
Así, uno de los pilotos, el teniente Sergio Riesle, junto al copiloto René Sugg, en la tarde del 10 de abril de 1961, divisaron restos del fuselaje en un arriesgado vuelo casi rozando las cumbres. El coronel Bancalari, con estos antecedentes, comisionó al capitán Washington García Escobar (más tarde, intendente de Linares) para dirigirse a la zona demarcada e intentar el rescate de los restos. A cargo de las todavía primitivas comunicaciones quedó el teniente Claudio López Silva, que alcanzaría el rango de general de Ejército. Veinte andinistas del SAR formaron parte de la expedición. La patrulla llegó al lugar tras ingentes esfuerzos y la tarea del capitán García Escobar fue una de las más notables en esa área.
Los restos de los tripulantes y pasajeros fueron depositados en bolsas, con rigurosa separación para una adecuada ubicación y nominación, y llevados, en helicóptero, hasta el gimnasio de la Escuela de Artillería de Linares, donde se determinaron las identidades de los fallecidos. Todos los cadáveres pudieron ser reconocidos y recibieron cristiana sepultura. No hay referencias sobre cuerpos extraviados.
Jaime González Colville
Correspondiente de la Academia Chilena de la Historia