El enólogo Miguel Besoain tiene un pequeño proyecto familiar llamado Lafken. Se basa en frutas de un viñedo propio en la zona de Los Morros, en el Valle del Maipo, donde principalmente produce tintos. Sin embargo, una buena parte de su carrera profesional Besoain la vivió en Europa, y especialmente en Alemania, donde se familiarizó con el riesling, la cepa blanca que es la bandera de los viñedos germanos.
Desde 2011, Lafken produce un riesling con uvas compradas en Lo Ovalle, una zona fría en el Valle de Casablanca. Se trata de una producción pequeña, de unas cinco mil botellas anuales, la mayor parte se va al mercado extranjero, mientras una parte minúscula queda en Chile. Se vende a través del Santiago Wine Club y vale la pena probarlo porque es una de las más certeras aproximaciones a una uva que no tiene muchos ejemplos en Chile, pero que -paradójicamente- se muestra en variados estilos.
El de Lafken es maduro y goloso, con una textura suave y con la acidez justa para resaltar todos sus sabores a frutas blancas. Denle unos quince minutos en una cubetera con hielo y agua y se convierte en un blanco ideal para acompañar el aperitivo.
"Creo que lo más importante es llegar a tener la uva que nos proponemos cosechar y cosecharla en el momento adecuado. Esto es muy importante en una variedad muy sensible como es el riesling, cuya sanidad es muy difícil de controlar. En el fondo, priorizar la calidad por sobre la desesperación de cosechar temprano para tener una uva 100% sana", reflexiona Besoain sobre las dificultades de una uva que, para muchos, da algunos de los blancos más importantes en el mundo y que, al mismo tiempo, ofrece una variedad inmensa de estilos: desde vinos con 500 gramos de azúcar por litro (imagínense eso...) a blancos secos y ácidos como jugo de limón.
Tomen, por ejemplo, el Terrunyo riesling. Este blanco de Casablanca es generoso en frutas blancas y en acidez, pero al mismo tiempo, tiene 20 gramos de azúcar (un vino seco no tiene más de tres) lo que le da una sensación dulce y amable, contrastando con ese dulzor. Un blanco perfecto para combinarlo con cocina china agridulce.
En el otro extremo, los viñedos de riesling de Casa Marín, en la fría zona de Lo Abarca, ofrecen uvas de una acidez monumental; vinos que parecen haber sido hechos de limones. Para calmar esa acidez (comercialmente compleja de entender) el azúcar residual de sus riesling (el Miramar, por ejemplo) tiene unos 4 a 5 gramos de azúcar, lo que calma el ácido, pero no le quita el carácter alimonado en uno de los estilos más radicales hoy en blancos en Chile.
Y luego, estilos más simples y fáciles como los de Carmen (Clásico Rhin), Cousiño Macul (Isidora) o La Bicicleta de Cono Sur. Y también los que se la juegan por blancos de cosecha tardía, como el estupendo Casas del Bosque Late Harvest. Estilos, como pueden ver, hay muchos para elegir en una cepa que no solo podría ser la reina de las uvas blancas (si el chardonnay alguna vez se lo permite) sino que también de las más versátiles que se conocen. A continuación, una docena de riesling para echarle un vistazo a la situación en nuestro país.
* Carmen Clásico Rhin Riesling 2014 Valle Central $1.890
* Casa Marín Miramar Vineyard Riesling 2013 Lo Abarca $17.900
* Casas del Bosque Late Harvest Riesling 2013 Casablanca $10.000
* Concha y toro Terrunyo Riesling 2013 Casablanca $14.990
* Cono Sur Single Vineyard Rulos del Alto Block 23 Riesling 2013 Bíobío $8.990
* Lafken Riesling 2012 Casablanca $5.700
* Cousiño MaculIsidora Riesling 2013 Alto Maipo $4.700
* Matetic Corralillo Riesling 2014 Casablanca $10.000
* Meli Meli Riesling 2014 Maule $7.000
* Sierras de Bellavista Riesling 2014 Colchagua Andes $25.000
* Undurraga TH Riesling 2013 Leyda $9.990
* Valdivieso Winemaker's Reserve Riesling 2014 Leyda $3.890