¿Vieron? Era verdad que este gobierno venía a cambiarlo todo en el país. Lo prometieron en la campaña y lo están haciendo.
En pocos meses cambiaron el sistema de impuestos, el sistema escolar, el sistema electoral y, ahora, también el sistema horario, con lo cual la hora que utilizamos en el verano se aplicará también para el invierno.
Pero me temo que no por mucho madrugar amanecerá más temprano. Todo lo contrario, el sol seguramente saldrá más tarde; a media mañana, quizás.
¿Podría ocurrir lo mismo con los otros cambios prometidos?
Se supone que la reforma tributaria recaudará más impuestos, con lo cual habrá una mejor distribución de los ingresos y menos desigualdad. El problema es que si no se reactiva la economía y no se crean más empleos (como lo acaba de demostrar la encuesta Casen), lo que se gane vía impuestos se perderá por el empobrecimiento relativo que sufriremos por tener un PIB más bajo.
Se supone que la reforma que pone fin al lucro, a la selección y al copago hará que mejore la "inclusión" en el sistema educacional. El problema es que si el nuevo sistema provoca que muchos colegios subvencionados se conviertan en privados pagados -o cierren-, ocurrirá que crecerá aún más la segregación y habrá dos bloques de alumnos, los de colegios estatales o cuasi estatales y los privados pagados, con lo cual habrá dos mundos que difícilmente se integrarán. No hay que ser demasiado astutos tampoco para pronosticar a cuál de esos dos mundos le va a ir mejor en términos de resultados académicos.
Se supone que la reforma al sistema electoral cambiará las reglas del juego para que haya más competencia, más incertidumbre, más renovación de autoridades, más participación y una mejor democracia. El problema es que el tamaño de los nuevos distritos -que aumentará los costos de las campañas-, la gigantesca cantidad de candidatos que surgirán y la dificultad para los electores de comprender las nuevas normas pueden provocar que al final se terminen eligiendo los más conocidos, los que ya tienen su estructura electoral armada... es decir, los mismos de siempre. Y así el supuesto aire fresco que debería traer el nuevo sistema podría quedar en nada.
La vida me ha enseñado a ser escéptico. Y pese a que adoro el horario de verano, que permite que haya tardes largas que duran hasta la hora de la cena y que haya mañanas frescas que ayudan a despertar, tengo claro que no existen los milagros.
Con o sin horario de verano, el invierno llegará igual, con todo su rigor, y aunque nos ilusionemos con la posibilidad de que el verano dure todo el año, lo más seguro es que ya en marzo comencemos a sentir que la noche, el peso de la noche, se extiende más allá de lo deseable.
No me malinterpreten, no estoy haciendo aquí una proclama en contra del cambio, solo estoy tratando de advertirles, para que no vayan a pasar un mal rato, que puede ser una mala idea seguir usando bloqueador solar en julio. No vaya a ser cosa que, como decían Los Prisioneros, se pongan a proclamar que este invierno será menos frío que el anterior, y luego los veamos aquí, congelándose.