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Editorial
Sábado 24 de enero de 2015
Obama y el estado de la Unión
En lo económico, la columna vertebral del discurso fue la necesidad de revitalizar a la clase media. Para ello el Presidente enunció una ambiciosa batería de medidas. Si bien no entró en detalles, el conjunto es consistente con la visión que el mandatario impulsó en sus dos campañas presidenciales...
Para Estados Unidos el año 2014 marcó la recuperación de su economía: el número de personas cesantes cayó en 1,7 millones, se crearon 2,7 millones de empleos, en el tercer trimestre el crecimiento de la economía alcanzó el 5% (anualizado) -el más alto desde el 2003-, el S&P 500 aumentó un 11% y el déficit del Estado cayó en 492.000 millones de dólares, alcanzando el 2,8% del producto (un 32% inferior al 4,1% del 2013).
Este positivo panorama económico fue explotado por el Presidente Barack Obama en su sexto discurso del estado de la Unión. A diferencia de todos los anteriores, en esta oportunidad estuvo marcado por el optimismo.
La economía de la clase media
En lo económico, la columna vertebral del discurso fue la necesidad de revitalizar a la clase media. Para ello el Presidente enunció una ambiciosa batería de medidas. Si bien no entró en detalles, el conjunto es consistente con la visión que el mandatario impulsó en sus dos campañas presidenciales: un mayor rol del Estado y la necesidad de restaurar la confianza en que el trabajo duro es la base para acceder a mayores oportunidades. El primer componente ha generado mayores roces y tensiones con el partido Republicano, el que actualmente posee mayoría tanto en la Casa de Representantes como en el Senado.
La primera medida mencionada por el Presidente Obama fue la extensión de los programas de subsidios para el cuidado infantil dirigido a familias de ingresos medios y bajos. La iniciativa, que tiene un costo total aproximado de US$ 80.000 millones, busca revertir el retraso en este sector que tiene el sistema educacional norteamericano -menos del 30% de los menores de cuatro años accede a centros de educación temprana de alta calidad- y, al mismo tiempo, ser un incentivo importante para promover el empleo entre mujeres. Y si bien el mandatario subrayó su intención de asegurar calidad en este nivel, hay serias dudas de cómo hacerlo. La falta de evidencia respecto de cuáles son las mejores prácticas en esta materia es un punto que será abordado por los equipos técnicos del Presidente.
Otra de las principales medidas mencionadas en su mensaje fue avanzar en la gratuidad de los community colleges , instituciones que entregan título de educación superior de dos años y que cuentan actualmente con una matrícula que alcanza los 7,7 millones de estudiantes (45% del total). De acuerdo con la visión del Presidente, tales instituciones pueden contribuir en la entrega de las nuevas habilidades y capacidades que requiere una economía moderna, globalizada y competitiva. El costo estimado de esta medida es de US$ 60.000 millones en diez años. Tal como en el caso de la educación temprana, las buenas intenciones del Presidente se topan con la realidad de un sistema que no ha podido asegurar una educación de calidad. La contención de costos en este sector, la falta de competencia y los problemas de pertinencia de muchos de los programas son algunos de los muchos factores que deberán ser considerados en el diseño de la propuesta.
A estas dos medidas se suman el pago obligatorio de los permisos de trabajadores por razones de enfermedad y posnatal. Con todo, el costo incremental agregado de la ambiciosa agenda se estima en US$ 235.000 millones. Para su financiamiento el Presidente propuso un aumento en el impuesto sobre los más ricos, revisar el código tributario para cerrar espacios de elusión e incrementar los impuestos a las ganancias de capital, entre otras medidas. Se estima que el paquete de cambios podría recolectar US$ 320.000 millones. Las críticas republicanas fueron inmediatas. Sus líderes han atacado el plan argumentando que ni los aumentos de los impuestos ni un mayor rol del Estado promueven el crecimiento económico, poniendo en jaque la factibilidad de las medidas anunciadas.
Consensos y temas ausentes
Menos cuestionamientos recibieron la intención del Presidente de promover nuevos tratados comerciales que aseguren una competencia justa, particularmente con China; de construir una economía más competitiva a partir de la inversión en infraestructura y ciencias; de blindar a los Estados Unidos de los ataques a través de internet; de avanzar en medidas que terminen con la discriminación entre géneros, y de prestar una real atención al calentamiento global.
Un tema ausente en el discurso fue la reforma migratoria, iniciativa que ha sido impulsada por el presidente demócrata y que tiene grandes implicancias económicas, sociales y políticas. Con su omisión, el mandatario quiso demostrar su intención de evitar temas que generan profundas divisiones entre los dos partidos que dominan la política norteamericana, dejando en evidencia que en lo que resta de su mandato, no será la economía lo que limite sus planes, sino que una mayoría parlamentaria que no comparte su visión.
Obama tendrá que aplicarse al máximo para rebatir y convencer con argumentos técnicos a sus oponentes. De tener éxito, el mandatario no solo habrá podido llevar adelante su agenda, sino que de paso mejorará el clima de la política norteamericana. Por eso su llamado final fue a generar los consensos para materializar el esperanzador futuro que emergió durante el 2014 para la economía más grande del planeta.