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Editorial
Sábado 24 de enero de 2015
Lesión al Instituto Nacional
En un hecho casi prodigioso, durante 201 años el Instituto ha mantenido su calidad de excelencia -refrendada anualmente en los mayores puntajes de la PSU, entre otros indicadores-, y simultáneamente ha cuidado como valor preferente lo que hoy llamamos inclusión...
En 1913, el Instituto Nacional celebró su primer centenario en una conmemoración nacional de gratitud sin precedentes. Había egresado de sus aulas la más notable selección de dirigentes que forjaron el Chile republicano, cuya extracción por méritos puso para siempre un sello de accesibilidad democrática al exitoso establecimiento. Se subrayó, en esa oportunidad, lo decisivo de su aporte para "acercar las condiciones sociales"
En un hecho casi prodigioso, durante 201 años el Instituto ha mantenido su calidad de excelencia -refrendada anualmente en los mayores puntajes de la PSU, entre otros indicadores-, y simultáneamente ha cuidado como valor preferente lo que hoy llamamos inclusión. En esta misma edición estamos publicando los datos presentados por su rectoría al Congreso, que indican que el 42,9 por ciento de su alumnado tiene vulnerabilidad socioeconómica, y que sus mayores comunas de origen son Maipú (567), Santiago (323) y Puente Alto (316), y con centenares de otros provenientes de sectores aun más populares. Todo ello contrasta con el número exiguo de apenas 29 alumnos, en un total de cuatro mil, que habitan en todas las comunas del sector alto de la capital.
Respecto de este liceo, su centro de padres ha dicho ayer que el Senado de la República ha firmado su sentencia de muerte, siendo como es "el más importante, inclusivo y mejor de la historia de Chile". Por un ideologismo extremo que ha impedido salvar esta lesión lamentable, de nada ha servido la fundamentada oposición transversal de sus más distinguidos ex alumnos, representativos del más amplio espectro político. El proyecto aprobado en la Cámara Alta solo le permitirá seleccionar al Instituto, en un plazo de cinco años, un tercio de los 600 alumnos que anualmente ingresan a séptimo básico.
Quienes apoyan el proyecto en contra de la selección, favoreciendo al azar, como el actual presidente del centro de alumnos, la alcaldesa de Santiago y concejales de los partidos de izquierda, entre otros, ven un desafío para que los profesores demuestren que pueden lograr los mismos resultados con todo tipo de estudiantes. La mirada de los expertos, sin embargo, no solo es dudosa acerca de este punto, sino que crítica por la obstrucción cometida en contra de la movilidad social hacia las capas dirigentes que podían lograr alumnos talentosos y esforzados y sin recursos.
La equivocación que puede cometerse al poner término al modelo del Instituto es de imprevisibles consecuencias, por ser este un modelo válido para toda la educación pública, y ser justamente el que ha logrado resultados óptimos en medio de la esterilidad educativa de tantos y tantos otros establecimientos públicos.
El 10 de agosto de 1813, al abrir sus puertas por primera vez el Instituto, uno de sus fundadores señaló que debía ser "semillero de ciudadanos que defiendan y dirijan su patria, que la hagan florecer y que la honren". Este designio, cuidadosamente preservado desde la rectoría ejemplar de don Manuel Montt, ha sido puesto en grave riesgo.