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Cartas
Sábado 03 de enero de 2015
Reforma laboral
Señor Director:
Una vez más la Nueva Mayoría (ex Concertación), en esta quinta o sexta reforma laboral desde 1990, hace uso indiscriminado de la retórica diciéndole al país cosas que jamás ocurren por la vía del proteccionismo sindical o inamovilidad laboral vía indemnizaciones por años de servicio, sino por la mayor inversión, innovación y productividad.
Nos dicen que la reforma nos traerá "creación de empleos con protección social y salarios adecuados". Que modernizará las relaciones laborales, "ampliando y mejorando la calidad de la negociación colectiva y el fortalecimiento sindical". Que terminará con las huelgas. Que habrá "Incorporación de más personas al mercado laboral"... y "mejoramiento de la productividad de los trabajadores a través de la capacitación".
Pero los hechos históricos demuestran que esas pretensiones son casi imposibles. Entre 1986 y 1998 nuestro PIB creció a un promedio anual de 7% y a un 4,1% entre 1991 y 2005. Entre el año 85 y hoy, ninguna otra economía del mundo -salvo China- creció tanto como Chile. Desde marzo del 2009 a este mes, los salarios crecieron a un promedio del 15%, y el empleo, a un 19%.
Sin embargo en los 20 años que van del 93 al 2003, la productividad creció solo a un 1%; (estudio Corfo-UAI), y todo indica que al reiterar el proteccionismo sindical, en vez de incentivar económicamente la productividad, los niveles productivos no variarán.
Cansado de la pugna liberal-socialista, durante la crisis económica de 1983, concluí en mi propia empresa (servicios industriales) que la sociedad salarial lo único que hace es fomentar la lucha de clases y la infraproductividad, confirmando la antigua máxima de que "los trabajadores hacían como que trabajaban y los empresarios hacían como que pagaban", generando un ambiente de gran desconfianza y hostilidad entre las partes y, todo ello, siempre en beneficio electoral de la izquierda.
Así, por mi propia cuenta y riesgo, decidí "abolir la sociedad salarial" e instauré una suerte de asociación entre capital y trabajo, en la cual la persona era objeto de valor y los productos a elaborar, de precio. Más allá de acordar con los trabajadores un ingreso piso a todo evento y que operaba por la vía del descuento, conseguimos elevar la productividad y los ingresos generales en un rango del orden de un 300%.
Pero eso no fue lo más importante, sino la unidad y calidez humana que se dio por primera vez al interior de la empresa. El monstruo que sin embargo seguía "haciendo su juego", era la ley laboral, pues esta está pensada para administrar un conflicto per se entre personas que buscan un mismo fin y no para fomentar la colaboración, la productividad y mejoras sustantivas de los salarios.
En mi opinión, la nueva reforma laboral no busca otra cosa que abrir una nueva oportunidad a la lucha de clases, ampliar la homogeneidad sociopolítica de la izquierda, en la cual toda la discusión técnica simplemente no será tomada en cuenta.
Sebastián Burr
Foro Republicano