Ernesto Díaz Espinoza se hizo un espacio singular en el novísimo cine chileno con su trilogía de héroes subdesarrollados, Kiltro, Mirageman y Mandril, todas protagonizadas por el luchador y stuntman Marko Zaror, producciones que se mofaban de su propia pobreza y que buscaban sus referencias en los géneros del cine B de los años 70 en adelante, siguiendo la ruta revisionista de Tarantino.
El éxito de esas películas parece haber motivado a Díaz Espinoza a seguir su camino sin Zaror, como ya hizo en Tráiganme la cabeza de la mujer metralleta y, ahora, en Santiago violenta.
Este largo arranca con la escena de un asalto sangriento a una casa de cambios, que en verdad es el tráiler de un proyecto que Roco (Mauricio Diocares), cineasta aficionado y productor de videos de matrimonios, quiere llevar adelante con sus amigos Mauro (Matías Oviedo) y Noel (Nicolás Saavedra). La película dentro de la película es el principio de construcción de Santiago violenta no solo por este tráiler, sino que también por sus innumerables referencias a otras cintas, sobre todo las que registraron en forma metafórica e indirecta el estado de violencia social de la Italia de los 70.
Los tres han sido compañeros de enseñanza media. Noel enfrenta la quiebra de su padre (Jaime Vadell), Mauro trabaja en la empresa de su novia (Caterina Jadresic) y Roco vive con su madre, afligido por la falta de ingresos y sus sucesivos fracasos audiovisuales. A pesar de sus evidentes urgencias, estos treintañeros se comportan todavía como adolescentes y añoran los días de sus transgresiones estudiantiles.
La historia comienza cuando los amigos celebran la última noche de soltero de Mauro en la disco de la Tía Marilyn (Shenda Román), una veterana que manda sobre las noches de Santiago, sus negocios sexuales, su tráfico de drogas y sus pandillas mafiosas.
En ese momento, Roco, Mauro y Noel se meten en medio de una transacción de drogas y entran en los territorios prohibidos de la Tía Marilyn. A partir del minuto 50 se despliega toda la violencia sangrienta, paródica y cómica que es el objetivo de la cinta.
Santiago violenta tiene humor, y mucho, del más vitriólico y destemplado, aunque por estas zonas siempre andará rondando la pregunta ética de si la violencia puede ser realmente graciosa. Y tiene también esfuerzos de estilo notables, como el asalto a un hotel céntrico filmado en un solo plano, sin cortes, una verdadera coreografía del crimen.
Pero es la tierra de la adolescencia perpetua, que obliga a preguntarse si este cine dejará algún día de jugar a los aficionados, si pasará más allá de la diversión del cuarto medio y si podrá desprenderse de las imitaciones y las parodias para convertirse en el cine popular con raíces propias, al que a ratos, solo por unos privilegiados momentos, parece aspirar.
Santiago Violenta
Dirección: Ernesto Díaz Espinoza.
Con: Mauricio Diocares, Matías Oviedo, Nicolás Saavedra, Shenda Román, Jaime Vadell, Caterina Jadresic, Daniel Antivilo.
91 minutos.