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Editorial
Domingo 28 de diciembre de 2014
El año político
"¿Cuántas son las reformas estructurales que puede razonablemente procesar el sistema político y asumir el país? Hay signos de un tejido social cuya riqueza apenas comienza a advertirse. Darle interpretación política es una tarea pendiente..."
Las preguntas que deja 2014
¿Está realmente Chile enfrentado al fin de un ciclo histórico y al inicio de una era que ha de construirse sobre la negación del rumbo seguido durante tres décadas? ¿Será la desigualdad el motivo de protesta dominante en los próximos años o encontrarán las personas oportunidades de superación que no signifiquen "quitarles los patines" a otros? Con un complejísimo cambio tributario en dificultosa implementación, una reforma educacional que divide a la sociedad, y una agenda laboral que introduce nuevas incertidumbres a la economía y el empleo, y cuyos efectos serán difícilmente reversibles, ¿cuántas son las reformas estructurales que puede razonablemente procesar el sistema político y asumir el país?
Los signos de debilitamiento de los partidos, ¿darán pie a correcciones o se proyectarán hacia las instituciones, afectando la solidez democrática? ¿Está el Tribunal Constitucional condenado a perder su carácter de órgano jurisdiccional de excelencia y volverse lugar de destinación para operadores políticos? ¿Continuará el empresariado, responsable del 80% de la riqueza nacional, manteniendo una actitud de insensibilidad frente al debate de las ideas y la discusión de aquellos pilares que han permitido su propio despliegue? En el plano internacional, ¿se tomará conciencia de que asuntos como el conflicto abierto por Bolivia, las dificultades con Perú post fallo de La Haya y los problemas comerciales con Argentina no son meras cuestiones episódicas, sino manifestaciones del principal desafío de nuestra política exterior, las relaciones vecinales, y que constituyen estas un tema permanente y sin tregua? ¿Se entenderá alguna vez el carácter urgente de la reforma del Estado, o se seguirá haciendo lugar en este para asesores reclutados políticamente?
¿Sobre qué bases podrá recuperar su popularidad y cercanía la Presidenta? ¿Acentuando la opción por políticas que contrarían el primer instinto común de parte importante del país, o impulsando un giro hacia el gradualismo y los consensos que solía privilegiar la Concertación? ¿Marcará 2015 la consolidación de la Nueva Mayoría como bloque que incorpora al Partido Comunista e intenta satisfacer las demandas de la izquierda dura, o se impondrán las visiones moderadas que este año hicieron ver su disidencia?
Coaliciones en déficit
Preguntas como las anteriores resumen inquietudes que hoy cruzan al país y que en la víspera de un nuevo año no encuentran respuesta satisfactoria. Ciertamente, la Presidenta ha planteado objetivos compartidos y expresado ánimo de diálogo para alcanzarlos, pero ello no se ha traducido hasta ahora en decisiones concretas que hagan carne esa voluntad; al contrario, se insiste en iniciativas cuyos contenidos acrecientan las incertidumbres. Así, en lugar de abrirse a visiones que permitan acometer los desafíos de Chile, se observa a los equipos oficialistas encerrados en las lógicas de sus propios proyectos, intentando solucionar problemas por ellos mismos creados. Ejemplo de aquello es lo que ocurre con la reforma educacional, entrampada en una absurda discusión inmobiliaria que nada tiene que ver con la necesidad de corregir la calidad de la enseñanza. Que a aminorar los efectos negativos de dicha reforma -tal como antes ocurrió con la tributaria- deban destinar sus mejores esfuerzos los más destacados dirigentes políticos solo acrecienta la percepción de una oportunidad perdida.
Por cierto, figuras opositoras han entregado contribuciones valiosas en esos debates, con todas las limitaciones que su desmedrada situación parlamentaria les impone. Pero evidentemente la centroderecha requiere de una reorganización que agrupe a todos quienes efectivamente son opositores al proyecto político del oficialismo y están dispuestos a asumir la responsabilidad de ofrecerle al país un camino alternativo.
La clase media, desafío político
En definitiva, uno y otro sector terminan 2014 sin haber logrado un entendimiento satisfactorio con la sociedad. La nueva clase media surgida del desarrollo es objeto de estudio sociológico y figura repetidamente en el discurso político, pero ninguna de las coaliciones logra dar respuesta satisfactoria a sus inquietudes. Se trata de una ciudadanía diversa, que ha visto mejorar notablemente sus condiciones de vida, que está satisfecha con lo logrado, pero que a la vez teme retroceder y volver a caer en la pobreza, al tiempo que se muestra particularmente sensible frente al abuso. No hay en este último rasgo una actitud antisistémica (como equivocadamente creyeron ver ideólogos de la izquierda), sino el reclamo de quienes, precisamente por valorar las oportunidades que el sistema ofrece, piden acceso justo a ellas.
De eso 2014 dio muestras fehacientes, con el inesperado protagonismo asumido por los movimientos de emprendedores, de sostenedores de colegios y de apoderados de establecimientos subvencionados, todos defendiendo libertades que ven amenazadas. Hay allí signos de un tejido social cuya riqueza apenas comienza a advertirse. Darle acertada interpretación política es una de las tareas pendientes con que acaba el año.