Además de sus actuaciones con la Orquesta Filarmónica de Santiago, Holly Huelskamp (violín), Rodolfo Zapata (viola) y Katharina Paslawski (chelo) conforman el Ensamble Filarmónico que, desde el año pasado, ofrece, junto a otros invitados, conciertos dominicales y gratuitos, con atractivos programas de música de cámara. En las salas La Capilla o en la Claudio Arrau, las más pequeñas del Teatro Municipal, el ambiente es menos solemne, los intérpretes presentan las obras con explicaciones que preparan para un mejor goce y el público se siente más cerca, más cómplice en toda la experiencia.
La séptima y última presentación de la temporada 2014 tuvo como título "Jóvenes talentos" y comenzó con cuatro piezas del "Álbum para el músico contemporáneo" (2003) de Christian Donoso y Ricardo Silva. Se trata de miniaturas hechas a partir de impulsos cortos, cada uno con una intención propia; de sucesiones de acordes que recuerdan a Messiaen; de diálogos de trinos en cada mano; y de secciones quietas que preceden a proposiciones violentas, que Luis Alberto Latorre ofreció con el peso artístico que lo caracteriza. Siguió "PerTUBAdo" (1995) para tuba y piano "reservado" de Pablo Aranda, en el que Pablo Briones, tuba de la Filarmónica, pidió a una persona del público que se sentara al piano y aplicara el pedal. De esta forma, las muy interesantes frases del portentoso y más grave instrumento de la familia de los bronces quedaban resonando. Pocas veces se escuchan obras con tuba solista y aquí la explotación de recursos -incluido cantar mientras se toca- sirvió como una verdadera clase.
Completó la primera parte la Suite para fagot y contrabajo (2009) del fagot solista de la Filarmónica y compositor lituano Zilvinas Smalys. Él y su colega Javier Cordero entregaron con convicción y virtuosismo esta obra escrita en idioma neoclásico, y que muestra hasta qué punto llegan las posibilidades tímbricas de los instrumentos que, en la música orquestal, suelen sonar solo en sus registros más bajos. La música de Smalys, original y sin pretensión, muestra muy buen oficio, inspiración, profundidad y humor según dónde, que el público premió con un largo aplauso.
Como final, el Ensamble Filarmónico, más Tania Donoso en violín y Danor Quinteros en piano, excelente, ofrecieron el Quinteto Op. 34 en fa menor que un Brahms de 31 años compuso en 1864. Magnética desde el comienzo y casi rockera en su final, el conjunto hizo una entrega de gran calidad de esta cumbre de la música de cámara. Bastaba mirar la cara feliz de los músicos y de los asistentes para darse cuenta del enorme acierto de estos conciertos de domingo, que acortan la habitual distancia entre ellos y que, según dijo la chelista Katharina Paslawski, se espera repetir en 2015.