En la secuencia inicial de esta película, el agente de la CIA Peter Devereaux (Pierce Brosnan) dirige al aprendiz Mason (Luke Bracey) en una operación para proteger a un político de los Balcanes de un atentado homicida. La acción tiene éxito, pero hay una víctima inocente y Devereaux reprende a su discípulo por no seguir sus instrucciones.
Cinco años más tarde, en el 2013, cuando ya está retirado después de más de 30 años como espía, Devereaux recibe la visita del operativo de la CIA en Moscú, John Hanley (Bill Smitrovich), que viene a encargarle una misión personal: sacar de Rusia a una mujer que ha accedido a los secretos del candidato presidencial Arkady Federov (Lazar Ristovski). La infiltrada resulta ser Natalia Ulanova (Mediha Musliovic), ex mujer y madre de la única hija de Devereaux. En la fuga, ella es asesinada y entre los ejecutores Devereaux encuentra a Mason.
Estas definiciones de los primeros minutos fijan el eje central del relato: será una confrontación entre maestro y discípulo. El segundo eje, enlazado con el anterior, es una guerra que se libra entre dobles y triples traiciones, donde los bandos no están claros y los escrúpulos no existen. El trasfondo son los rastros de la segunda guerra de Chechenia, la que lanzó Putin en 1999 y que se prolongó por 10 años de barbarie y salvajadas, con un espeso ponche de milicias rusas, separatistas, nacionalistas e islamistas.
Esta última es la guerra que uno de los villanos desearía: no de Rusia contra Occidente, sino de ambos contra el islam. Al frente suyo no hay buenos, sino solo víctimas y asesinos, incluido el propio Devereaux, que años antes fue conocido como "el hombre noviembre", porque después de su paso solo quedaba el final.
El australiano Roger Donaldson ha refinado su estilo dentro del cine de acción, que ya es su especialidad. La comparación con El recluta, que filmó 10 años antes con una intriga parecida de maestro y discípulo, podría mostrar esa evolución.
En El aprendiz, su predilección por las imágenes de gente que camina -piernas y pies en los encuadres- comunica dinamismo a cada segmento de una narración cuya velocidad ya es endiablada. Pero quizá lo más notable sea la forma en que los centenares de fragmentos con que construye los espacios y las acciones se ensamblan en una continuidad coherente, lo que termina por hacer de la fragmentación un motivo en sí mismo, conservando la complejidad de sus personajes principales (lo contrario de lo que lograba el difunto Tony Scott, otro cineasta de la velocidad). Hay un estilo en todo esto, aunque sea difícil de diferenciar de otras decenas que se le parecen.
En este mundo no hay conciencia perfecta, no hay lucidez posible, no hay lealtad alguna y no hay más moral que la de la reacción depredatoria. Como actualización filosófica de las cintas clásicas de espionaje, en esta incursión en los turbulentos escenarios de la post Guerra Fría, por los Balcanes, el Cáucaso y la Rusia de hoy, hay más de lo que parece.
The november man.
Dirección: Roger Donaldson. Con: Pierce Brosnan, Luke Bracey,
Olga Kurylenko, Bill Smitrovich, Amila Terzimehic, Lazar Ristovski.
108 minutos.