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Editorial
Sábado 29 de noviembre de 2014
Premios a la investigación científica
"Si más instituciones privadas estuvieran dispuestas a otorgar estos reconocimientos, contribuirían a una mayor visibilidad de la ciencia en Chile, lo que en pleno siglo XXI constituye un rasgo clave de un país desarrollado..."
La investigación científica es hoy una de las características más consistentes entre los países de mayor desarrollo. Un país que posee el conocimiento y, más aún, sabe cómo acrecentarlo, tiene una ventaja respecto de aquellos que solo se limitan a sufrir los problemas esperando que las soluciones vengan desde fuera. En Chile la ciencia se ha venido desarrollando desde hace ya varias décadas, lo que nos sitúa entre los países con mayor capacidad de generar conocimiento dentro de América Latina, pero nos deja a buena distancia de otros que ya han avanzado por siglos en esta senda.
Una de las diferencias que pueden percibirse entre Chile y los países de mayor desarrollo es el apoyo social que recibe la ciencia. En Estados Unidos, uno de los países más aventajados, al término de la Segunda Guerra Mundial se crearon organizaciones gubernamentales y privadas para reforzar esta actividad. Algo similar se ha imitado en diversos países y aquí en Chile se han creado el Conicyt, la Iniciativa Científica Milenio y otros programas de ayuda. Pero el apoyo privado a los investigadores ha estado más bien ausente, aunque en los últimos años han ido aumentando las grandes donaciones a instituciones de educación superior.
Un estímulo directo a los científicos que protagonizan el avance en el conocimiento fue creado hace más de un año por el Banco Santander y El Mercurio. Con un distinguido jurado, se han identificado problemas de salud que afectan seriamente a los chilenos y se han otorgado premios tanto a quienes ya han alcanzado un importante grado de desarrollo de sus carreras, con grandes logros, como a los investigadores jóvenes de ciencias básicas que están comenzando en ellas. En esta segunda versión, los premios estuvieron dedicados al campo de la obesidad, una epidemia que está causando estragos no siempre reconocidos en Chile. Los dos ganadores, coincidentemente, pertenecían al Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Chile. Las doctoras Camila Corvalán y Mariana Cifuentes no solo han obtenido un premio que les permitirá continuar con sus estudios a un nivel más alto, gracias a los recursos recibidos, sino que, además, reciben un reconocimiento social por un trabajo bien planteado, bien diseñado y bien ejecutado.
Las empresas privadas expresan con este premio la gratitud de una sociedad que debiera estar interesada en impulsar la investigación científica orientada por los problemas nacionales, los que generan preguntas originales. Si más instituciones privadas estuvieran dispuestas a otorgar estos reconocimientos, contribuirían a una mayor visibilidad de la ciencia en Chile, lo que en pleno siglo XXI constituye un rasgo clave de un país desarrollado.