El lunes, en el Teatro Municipal, Haydn, Beethoven y Stravinsky fueron los autores presentes en el concierto de la Orquesta Sinfónica de Chile con su director titular, Leonid Grin. La Sinfonía Nº 49 ("La Pasión"), de Haydn, se supone influida por los nuevos aires de libertad expresiva (proto-romanticismo) que habrían de encarnarse años después en la obra teatral "Sturm und Drang" ("Tormenta e ímpetu", 1776), de F.M. Klinger. La versión fue limpia, con un tratamiento cuidadoso y contenido, privilegiando los contrastes dinámicos por sobre la "tormentosa" expresión teatral.
El Concierto Nº 4 para piano y orquesta de Beethoven tuvo en el solista Armands Abols un extraordinario intérprete. El Concierto, el más camarístico de los cinco compuestos por Beethoven, no es épico ni heroico y su originalidad radica en muchos aspectos: el inicio a cargo del piano solo, las relaciones tonales, el dramatismo contrastante de la oposición solo-orquesta en el segundo movimiento. Ya al comienzo mismo, Abols optó por una exposición de la idea sin tomarse la excesiva libertad de tempo común en tantos ejecutantes; igualmente, en el segundo movimiento Grin optó por la fidelidad a la partitura y respetó la indicación Andante con moto ( sempre staccato ), a través de una articulación incisiva de la orquesta que hizo apreciar mejor las diferencias de carácter entre conjunto y solista. Todo fue fluido y natural, la orquesta parecía cautivada por el carisma sin ostentación del solista y Abols plasmó su discurso en forma soberana haciendo gala de excepcional belleza sonora. Las ovaciones consiguieron dos encores : la Serenata Matutina, de Romeo y Julieta, de Prokofiev, y una pieza del letón Janis Medins.
El concierto concluyó con la Sinfonía de los Salmos, de Stravinsky. Al igual que en la Misa para coro y doble quinteto de vientos, Stravinsky adopta frente a estos textos sacros una actitud hierática y ritualística en busca de una abstracción desnuda, cuya espiritualidad está por encima de los afectos que puedan encerrar las palabras. Es difícil solucionar la ecuación entre arquitectura y emoción y la versión oída no fue convincente, a pesar de algunos buenos momentos de la orquesta y del bien preparado Coro Sinfónico de la Universidad de Chile (director, Juan Pablo Villarroel).
Con esta audición, el Teatro Municipal clausuró su temporada de conciertos 2014. Fue un gesto loable haber invitado a la Orquesta Sinfónica de Chile, la que, en espera de mejores tiempos, peregrina en busca de espacios adecuados para lucir sus grandes logros.