Señor Director:
En su columna
"Selección y Libertad de Enseñanza" (24/11/2014), A. Fontaine y S. Urzúa plantean que la libertad de enseñanza contribuye a que las familias eduquen a sus hijos conforme a sus propios valores. La selección se eleva como el mecanismo angular para producir un estrecho puente entre familia y escuela. Prohibir la selección, arguyen, lesionaría el principio según el cual la escuela debe ser la extensión del hogar.
Esta visión conservadora no ve al sistema escolar como lugar de emancipación del juicio autónomo y despliegue de la libertad, sino como prolongación del espacio familiar, reafirmación de la heteronomía y tradición filial. La escuela debiese ser proyección de la familia tanto como sea posible: "El niño requiere cierta coherencia entre la casa y el colegio", afirman.
En contraste, otros sistemas escolares comprenden que la democracia se construye conforme a prácticas de encuentro con distintas concepciones del bien que la escuela no selectiva favorece. Solo esa praxis del pluralismo puede constituir las capacidades de una democracia genuinamente ciudadana. De modo que el florecimiento y autonomía de cada nuevo ciudadano no tenga como límite los valores privados de la familia. En este esquema, la escuela suplementa, no extiende, la educación familiar. Resguardando arreglos colectivos que permitan el bien y estabilidad de la comunidad donde los individuos avancen libremente sus diversos modos de vida.
Una escuela inclusiva promoverá principios asociados a la tolerancia, la confianza y el pluralismo. Walzer ve en el sistema escolar la base para promover sociedades de la tolerancia política, social y cultural, en tanto práctica que se transmite más experiencial que curricularmente, siendo la escuela la experiencia pública donde se interiorizan los términos de la diferencia.
Para Coleman, las escuelas con composición académica y socioeconómica heterogénea construyen sociedades de la confianza, pues exponen a los niños a convivir con otros extraños a sus modos filiales y vecinales de existencia. Arendt plantea que la escuela es aquel lugar que se interpone entre la esfera privada (lugar de protección de un ser humano nuevo) y el mundo como tal. La escuela es el lugar de tránsito de un espacio al otro. Dado que los niños desconocen el mundo, la escuela permite introducirlos gradualmente en él.
Si bien la escuela no es el mundo, esta debe parecerse y representarse como si lo fuera, de modo que los niños aprendan a vivir en él.
A esa comunidad tolerante, plural y que convive en la confianza aspiramos quienes respaldamos la regulación de la selección.
Alejandro CarrascoSubdirector Centro de Estudios de Políticas y Prácticas en Educación UC
Alfonso DonosoSubdirector Instituto Ciencia Política UC