"Si quieres entender la crisis española, no leas de economía o sociología: lee novelas". La recomendación vino de un amigo que ocupó posiciones destacadas en la España de las últimas décadas. Y me pasó "En la orilla", de Rafael Chirbes. Es el relato de Esteban, un hombre que ya ha pasado los setenta años, que vive en un pequeño pueblo llamado Olba, situado al costado de un pantano en las cercanías de Valencia, junto a un padre postrado y en fase terminal a quien debe cuidar, alimentar y limpiar. Regentaban un pequeño taller de carpintería, en base al cual conseguían sobrevivir dignamente. Hasta que llegó la crisis y todo estalló por los aires. Esto lleva a Esteban a reflexionar caóticamente sobre lo que ha sido su vida, y con ello, la de esa España que nació de la guerra civil y cuya marcha triunfal se interrumpió bruscamente ese fatídico 2008.
La novela de Chirbes, en suma, es el retrato de la cara oculta de un boom que fuera la admiración del mundo entero por llevar a España al estándar europeo en poco más de una generación, así como de su ruina, contada desde la orilla y por un perdedor.
Es un libro ácido y deprimente, que muestra aquello que nadie vio y que no está contenido en la historia oficial, pero que permite entender mejor lo que vino después. Por ejemplo, la razia contra los republicanos una vez que la guerra había terminado, que permitió que no solo el poder, sino también la riqueza pasaran a concentrarse en manos de los vencedores. Esta fue, dice Chirbes empleando la expresión acuñada por Marx, la "acumulación primitiva" sobre la que se levantaron las nuevas fortunas españolas, con su clásica cuota de violencia y crueldad. El libro cuenta también la otra cara: la de los derrotados; aquellos que "vivieron como sin haber vivido", que "no fueron parte de su tiempo", que murieron "tan cargados de dignidad como carentes de importancia". Como el padre de Esteban, quien luchó en la guerra siendo un niño, estuvo preso, y luego regresó a su taller de carpintería para sacar adelante a su familia con la convicción de haber traicionado aquello a lo que había aspirado. "La opción te pareció así de clara, tajante: tenías que elegir: éramos nosotros o la dignidad, y tú, generosamente, nos elegiste a nosotros". El hijo sabe de esta deuda, y por eso cuida a su padre y lo cuidará por siempre: para restituirle "la cuota de dignidad que me regalaste".
La novela va develando, desde la orilla en que está situado Esteban y de lo que este va contando, esos aspectos del boom que en su tiempo parecían fascinantes, pero hoy resultan esperpénticos. La burbuja inmobiliaria, por ejemplo, que de la mano de la corrupción creaba millonarios de la noche a la mañana. Esa riqueza que parecía sin límites y al alcance de todos, que transformaba a modestos burgueses pueblerinos en voraces consumidores de prostitutas ucranianas y de langosta con caviar y champagne francés, compitiendo entre sí con sus Rolex y Patek Philippe -los primeros característicos de los "pepé" y los segundos de los socialistas-. Ese dinero a raudales que permitió a los ganadores "comprarles inocencia" a sus descendientes, pues eso tiene el dinero, dice un protagonista: "te saca del reino animal y te mete en el reino moral. Te Humaniza". Y la diosa blanca, la cocaína, que permitió que el exceso no fuera frenado por la culpa: sin coca, dice Chirbes, no habría habido boom.
Catalogada como la gran novela de la crisis económica de España, y cargada de premios literarios y récords de ventas, ella muestra que hay algo en este tipo de crisis que no alcanza a ser capturado por las estadísticas. Con ellas se esfuman ilusiones y formas de vida que, como Olba, a veces bordean las aguas oscuras y podridas de un pantano.