Paulina (Loreto Velásquez) está concluyendo sus estudios de trabajo social y debe realizar la práctica profesional en un centro del Sename situado en algún punto del sur de Santiago. Su tarea consiste en apoyar el proceso de reinserción de los menores de edad que han entrado en el embudo del delito.
Son adolescentes, pero de ningún modo inocentes: llevan unas vidas duras, han soportado experiencias feroces y tienen una percepción salvaje del mundo. Cumplen penas de "libertad asistida" y parece consistente con esa condición que los tutores del centro tengan prohibido establecer relaciones personales con ellos. Pero Paulina no está para esas reglas; ni para esas, ni para ninguna de las que le imponen sus jefes, su trabajo o sus padres, una pareja de clase media (Pablo Krögh y Moira Miller) que solo se preocupa de lo que a Paulina más le apesta: su futuro laboral.
Contrariando la norma, Paulina se hace amiga del adolescente Manuel (René Miranda), condenado por robo con intimidación, criado por su abuela, morador de un barrio peligroso. Paulina lo visita en su casa, lo acompaña a sus fiestas, recorre con él un Santiago sucio y violento. Se sumerge en un mundo ajeno y extraño, donde los jóvenes estudian a la gente para robarle, los asaltantes se confunden con los encapuchados y las razones del delito se encubren con las de la protesta política.
El pésimo título de la película (al parecer, laxamente inspirado en la canción "Pañueli", de Manuel García); la estructura dramática débil, a veces casi imperceptible; un montaje por momentos desaplicado; los trazos demasiado gruesos con que son presentados algunos personajes; en fin, todo aquello con que Volantín cortao nos obliga a recordar que es el proyecto de titulación de dos estudiantes, son cosas algo menores ante su virtud principal, que es la voluntad documental para internarse en el ancho universo de los jóvenes pobretones y librados a una suerte violenta, los flaites que sobreviven en el subsuelo del progreso, metidos en una inextricable jungla de incuria e incultura, y que de cuando en cuando irrumpen para hacer de la superficie de Santiago un lugar inestable e incierto.
Muy pocas películas recientes se han aventurado en la marginalidad real del Chile moderno. Volantín cortao lo hace con decisión, sin tesis y con una pedagogía social tan escasa que apenas se limita a constatar la ausencia de los padres; por ejemplo, cuando Manuel declara que lo que más miedo le produce es ser padre, un contraste con el hecho de que el suyo no ha sido más que un sinvergüenza desaprensivo.
Volantín cortao comparte con su protagonista una cierta voluntad de vagabundeo social y, sobre todo, su curiosidad por saber cómo viven los muchachos del otro lado. Es una interrogación muy apreciable en un Chile que no logra explicar su violencia por las convencionales causas sociales de la izquierda ni por las antiguas causas morales de la derecha. Aquí están, estos son: los flaites que tanto teméis.
Volantín cortaoDirección:Diego Ayala y Aníbal Jofré.
Con: Loreto Velásquez, René Miranda, Víctor Montero, Pablo Krögh, Moira Miller, María Ruth Troncoso.
76 minutos.