Paulina (Loreto Velázquez) recorre la ciudad y la cruza a pie o en micro, y la cámara en mano la sigue y no se cansa de hacerlo: sobre sus hombros y espalda o en torno a su pelo y audífonos.
Así se construye la historia de una mujer joven que busca su destino y si la de "Raíz" (2013) viajaba hacia el sur, a la de "Volantín cortao" le basta la capital y desde un barrio más o menos acomodado, se mueve hacia la periferia donde realiza su práctica en un centro del Sename (Servicio Nacional del Menor).
Paulina quiere ser asistente social y así conoce a Manuel (René Miranda), un joven delincuente con un prontuario breve, pero decidido, donde hay robos con intimidación y alguna casa.
Son jóvenes que comparten un estado de ánimo similar: una cierta pesadumbre, algún desconcierto y un sentimiento de hastío.
Esta es una historia de amor balbuceante y entrecortada, con personajes que pertenecen a sectores opuestos por clase social, dinero y educación.
La historia insinúa un cruce entre ambos mundo, algo que pulverizaría las fronteras que existen entre Paulina y Manuel.
Ella podría ser una joven impredecible, con un desequilibrio misterioso y, en el fondo, una mujer fatal que anhela la delincuencia.
Y en el joven enamorado se vislumbran los celos y el circuito tradicional: esposa, hijos cuando sea grande y una familia como tantas.
Esa capacidad irruptora y destructiva, que implica amor loco o condición de amantes malditos, es desgarro y pasión y es el tipo de historias que no cuenta el cine chileno.
Lo que cuenta "Volantín cortao" limita con el estudio antropológico, el mirador de costumbres, el registro social y un final con puntos suspensivos.
Manuel y Paulina no se cambian de barrio y quedan instalados donde corresponde, algo subrayado por la manera de filmar y por los actores que se utilizan.
"Valentín cortao", para la mitad de la pobreza y la periferia, que es la parte de Manuel y familia, emplea herramientas de tono documental. Hay verismo y personas reales que actúan, partiendo por el protagonista, pero también testimonios auténticos y diálogos que respiran naturalidad y desparpajo.
En la parte de Paulina es lo contrario, acá hay actores profesionales. Sus padres, interpretados por Pablo Krögh y Moira Miller, prefieren carreras convencionales, se ayudan con el tema de la vocación, le temen a la cesantía y a lo mejor no alcanzan a entenderla, pero quieren lo mejor para su hija.
Suena un poco duro decirlo, pero es algo que también está en "Raíz" y ambos son trabajos finales y universitarios.
A la clase media y acomodada se la interpreta con actores profesionales.
En cambio, la clase baja y periférica, se puede interpretar a sí misma.
A lo mejor, y por ahora, no hay discriminación ni clasismo ni oportunismo, pero si avanza el cuadro clínico y los ejemplos suman, ya se podrá descubrir la enfermad.
Chile, 2013.
Directores: Diego Ayala y Aníbal Cofré.
Con: Loreto Velázquez, René Miranda, Víctor Montero.
77 minutos. Mayores de 14 años.