Profusamente en estas páginas se ha escrito sobre el descalabro que podría generarse si se cumplen posibles escenarios al final del campeonato o de los períodos de torneos. Solo producto de la meticulosidad periodística nos enteramos hace unos días que el reglamento no establece con claridad qué club llenará el cupo de "Chile 2" en la Copa Libertadores si es que Colo Colo sale campeón o cómo se definirá el descenso si entre los equipos comprometidos hay igualdad en los promedios.
Como en el arte de la improvisación uno de los recursos más básicos es la creatividad de los actores, desde la ANFP ya acercaron una respuesta: "Ahí veremos qué se hace, siempre y cuando se llegue a dar la situación; aún falta mucho tiempo". Conclusión: en Quilín todavía nadie está consciente, porque preocupado es una utopía, del escándalo que puede venir y, lo esencial, de cómo van a resolver el vacío reglamentario existente en las Bases: ¿Si hay empate en los promedios, se optará por un criterio técnico o deportivo, o se preferirá la originalidad y descenderá, por ejemplo, el club cuyo nombre empiece con una consonante?
Algunos teóricos del mundo teatral afirman que la improvisación es una exaltación de la subjetividad. La definición cabe a la perfección, porque finalmente quien tenga que dirimir el vacío, asunto que tampoco queda del todo claro en las bases, lo hará desde su particular o interesado punto de vista. Desde la ANFP, el gerente de competiciones ya declaró que para "Chile 2" regirá "el principio de la sucesión", es decir, aplicó lo que se le ocurrió discrecionalmente para designar a quien termine segundo en el torneo que se juega, descartando cualquier legítima opción de UC, segunda en el campeonato anterior.
Estudiosos de los sistemas laborales profundizan en la improvisación. Concluyen que es producto de nula planificación, mínimo estudio, mera incompetencia o completa flojera. El corolario, por coincidencia, se ajusta modélicamente a lo que sucede: ni un funcionario de rango medio; ninguno de los dirigentes que se pasean por Quilín; ni el que manda ni los que obedecen; ni los que miran de afuera gratis ni los de adentro que cobran; ni siquiera los miembros del Tribunal de Disciplina, que nada tienen que ver con la estructuración del reglamento, pero que entre sesión y sesión les sobra el tiempo para leer documentos, se dieron cuenta de la oquedad de las Bases. En resumen, pasó lo que en el mundo laboral se denomina ineficiencia.
Neurólogos han demostrado científicamente que para revertir un error improvisando hay que desarrollar un complejo ejercicio cerebral. Salvo los genios, los talentosos o los autocríticos, el resto solo de vez en cuando activa la corteza prefrontal, donde reside la creatividad espontánea. A confesión de parte, relevo de pruebas.