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Editorial
Lunes 20 de octubre de 2014
Enfoques Internacionales: Coyunturas electorales
En las elecciones presidenciales de Uruguay, el próximo domingo, puede repetirse lo que ocurrió en Brasil: que el candidato oficial, por meses a la cabeza en los sondeos, pierda impulso y deba dirimir con el aspirante de centroderecha en segunda vuelta. En ambos países, los pronósticos vaticinan buenas probabilidades de éxito al desafiante. No ocurrió eso en Bolivia, donde el Presidente Morales ganó holgadamente un tercer mandato, si bien no obtuvo el 80% que esperaba...
A pesar de su popularidad, José Mujica no ha podido asegurar la continuidad para un tercer gobierno del Frente Amplio, que ahora tiene como abanderado al ex presidente Tabaré Vázquez. El carisma de "Pepe" no es transferible. Las encuestas, sin embargo, no son mezquinas con Tabaré, pues le dan entre 42 y 44 por ciento, pero con tendencia a la baja, al contrario de lo que ocurre con su principal contendor, Luis Lacalle Pou, a quien muestran con más opciones para ganar el balotaje.
La economía uruguaya ha ido bien gracias a buenos precios internacionales de materias primas, y a una gestión pragmática de Mujica, quien no se enredó en artilugios ideológicos que tan mal hacen a otros países latinoamericanos. Pero la clase media se queja del deterioro de los servicios, como salud y educación, y de los altos impuestos que paga. Otra inquietud es la creciente inseguridad, inaceptable para una sociedad acostumbrada a bajos niveles de criminalidad. Al candidato oficialista lo perjudica la falta de medidas del gobierno para garantizar la tranquilidad, pero además los posibles efectos de la criticada ley de legalización de la marihuana, pues mucha delincuencia está vinculada al consumo de drogas. Lacalle buscaría derogarla.
El electorado conoce a Vázquez, quedó satisfecho con su gobierno y piensan que lo haría mejor que Mujica. Pero diez años del Frente Amplio en el poder lo han desgastado y muchos quieren un cambio que puede ser materializado por el aspirante de centroderecha. Hijo de un ex presidente, Lacalle (41 años) ha prometido renovar la política, ajustar impuestos de la clase media, mejorar educación y salud, invertir en la necesaria infraestructura vial, y consolidar la apertura comercial al exterior.
Brasil: empate que se resolverá en las urnas
Es aventurado adelantar cualquier resultado en la segunda vuelta de Brasil, donde las encuestas muestran un empate técnico entre los candidatos. No debe subestimarse la fuerza de Dilma Rousseff, apoyada por el PT, con Lula haciendo campaña en terreno. No obstante, el espaldarazo que recibió Aécio Neves de parte de Marina Silva y del socialismo brasileño podría ser decisivo para que luego de tres gobiernos del PT, los socialdemócratas vuelvan al poder.
La campaña se ha puesto muy agresiva, lo que se ha reflejado en debates en los que más que propuestas ha habido acusaciones y descalificaciones mutuas. Mientras Rousseff ataca por el lado de que Neves cortaría los programas sociales, que han sacado a millones de la pobreza, el opositor usa una buena artillería con los casos de corrupción y mal manejo económico. Especialmente dañino para Dilma es el escándalo de Petrobras, pues si bien ella no está involucrada, se refiere a una época en la que, como ministra de Lula, era presidenta del directorio.
Si Neves gana, se estima que aplicará políticas orientadas a corregir las deficiencias de la economía brasileña. Su eventual ministro de Finanzas ha prometido un manejo macroeconómico responsable, con presupuesto fiscal equilibrado, mayor libertad comercial, transparentar la política de subsidios estatales a empresas poco competitivas y evitar la intervención monetaria, dándole autonomía al Banco Central.
La gran fortaleza de Dilma es el apoyo de los estratos más vulnerables, gracias a la exitosa política social que los sucesivos gobiernos del PT han implementado. Esos generosos subsidios -que permitieron que millones de familias recibieran un ingreso que nunca habían tenido, a cambio de enviar a sus hijos a la escuela, accedieran a servicios básicos, como agua, luz y vivienda, y salieran de la extrema pobreza- no debieran ser eliminados, aun cuando requieren ser complementados con programas que los ayuden a consolidar esa mejor situación.
Giro político sería beneficioso para la región
Si bien Evo Morales se afirmó en la Presidencia boliviana, Rafael Correa sigue al mando de Ecuador y Nicolás Maduro tiene las riendas de Venezuela, un cambio de orientación ideológica de los gobiernos de Uruguay y, sobre todo, de Brasil sería una excelente noticia para la marcha de la región. Además, en 2015 Argentina elegirá al sucesor de la impredecible Cristina Fernández.
Al contrario de lo que piensa Evo -quien declaró que le "preocupa que la derecha pueda volver democráticamente al poder" en esos países-, un viraje hacia políticas más favorables al libre mercado y al desarrollo empresarial, que fomenten las inversiones y abran el comercio al mundo, sería beneficioso para todos los países vinculados al gigante sudamericano y a sus socios.
Un gobierno de centroderecha en Uruguay podría actuar muy bien en conjunto con uno eventual del socialdemócrata Aécio Neves en Brasil, con quien comparten objetivos tales como abrirse al mercado global, flexibilizar el Mercosur y acercarse a la Alianza del Pacífico.