En su estreno de anoche, "Pituca sin lucas" se mostró como fiel exponente de lo que mejor saben hacer María Eugenia Rencoret y su equipo: comedia basada en las diferencias entre clases sociales. Así fue con "Pobre rico" (2012) y con "Somos los Carmona" (2013), ambas producciones que le dieron jugosos dividendos a TVN.
Tras su cambio a Mega, la realizadora aprieta la misma tecla. Para ello cuenta con actores de primera: Paola Volpato, Mauricio Pesutic, Gabriela Hernández, Álvaro Rudolphy e Ingrid Cruz, quienes confirman su talento en la primera producción dramática de este equipo en el canal privado. "Pituca sin lucas" mostró buen ritmo en las escenas, buena factura técnica y de exteriores, y una espectacular huida en helicóptero del hasta ahora único villano de la historia.
Pero hay un exceso de caricaturas y pocos momentos de emoción real, a pesar de que la tragedia no es poca. Tichi Achondo (Volpato), una mujer de clase alta, es abandonada sin aviso por un marido endeudado y debe partir a un barrio de clase media y casas pareadas con sus tres hijas y su madre. En la casa contigua vive un viudo (Rudolphy), dirigente sindical del terminal pesquero, con sus tres hijos: Fidel, Salvador, Ernesto "Chechico"; y una hija, Gladys. En la casa hay afiches de Neruda y del Che Guevara, y se escucha al "Quila" y al "Inti". Si en la teleserie anterior el contraste con los ricos lo dio una familia campesina, ahora se trata de una familia comunista, con todos los clichés que eso supone.
Este es solo el primer capítulo y, según los realizadores, hay que mostrar situaciones extremas para que quede bien claro de qué va la historia. Y puede que nunca sean necesarios los matices para que la teleserie funcione en términos de rating , como ocurrió con "Somos los Carmona". Pero sería deseable ver la evolución de este experimentado equipo de realizadores. Quizás viene en las producciones de los otros horarios.