El director australiano Phillip Noyce adaptó "El americano" (2002) según la novela de Graham Greene, y también dos best sellers de Tom Clancy: "Juego de Patriotas" (1992) y "Peligro inminente" (1994). Y su próximo trabajo, si no hay contratiempos, se estrena en 2016: "Pastoral americana", la novela de Philip Roth.
Noyce es de espíritu práctico y funcional, y su filmografía es más bien impersonal e invertebrada; de repente una cosa, a veces otra, y también la adaptación de "El dador", de la escritora estadounidense Lois Lowry, cuyo territorio es la literatura infantil y juvenil.
La novela es de 1993, previa a las sagas juveniles y futuristas que pueblan la actual cartelera del cine, pero los motivos ya se mezclan, copian y confunden.
"El dador de recuerdos", eso sí, no pretende convertirse en saga y más bien respeta el origen literario, la atmósfera pedagógica y el aura de parábola que encierra una historia que reduce al mínimo los efectos especiales y las escenas de acción.
En el futuro, como manda el lugar común, existe una sociedad que nació después de las ruinas y el Apocalipsis. Es una comunidad que vive aislada sobre una enorme meseta arbolada y rodeada de nubes. Un condominio protegido donde los jóvenes respiran una existencia neutra y plomiza, controlada por los discursos y la enseñanza. Un universo obediente, carente de conflictos e ideas propias, donde todo está predestinado: vocación, afectos y rol social.
Y los jóvenes, cuando llega la edad correspondiente, son destinados a un oficio previamente asignado: los jardines, el cuidado de los niños o conducir drones.
Jonás (Brenton Thwaites) es la excepción a la regla, porque se le otorga un trabajo único y exclusivo: será el recibidor de memoria, y por tanto, un portador de recuerdos.
En el límite de la comunidad y en una casa al borde del precipicio, vive El Dador (Jeff Bridges), el hombre con la misión de traspasar los conocimientos y las sensaciones: color, música o bailes. Y también los sentimientos más reveladores: el amor a una mujer o a un niño, y el miedo y dolor que provoca la muerte.
Entre el viejo y el joven surge otra química, y acá está el corazón de una película que no siempre late con ritmo, compás y elegancia, pero al menos tiene algo que decir.
En el interior de "El dador de recuerdos" lo que en verdad rebota es una historia de talante cristiano, con los ecos de la huida y luego el desierto, el río, la cesta y un nuevo mesías.
En el viejo está la figura de un evangelista que propaga la buena nueva, y Jonás la aprende y asume el deber de convertirse en la sal de la Tierra, para entregarles a los hombres la semilla del libre albedrío.
Y entremedio del testamento, la posta de la memoria y las ambiciones de la historia, y en un papel secundario, está Meryl Streep, y eso nunca está de más.
"The Giver", EE.UU., 2014. Director: Phillip Noyce. Con: Brenton Thwaites, Jeff Bridges, Meryl Streep. 97 minutos. Todo espectador.