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Cartas
Sábado 20 de septiembre de 2014
Celíacos en Chile
Señor Director:
A propósito de un interesante reportaje de un periodista de The New York Times -publicado en la revista Domingo- sobre un viaje a Italia junto a su esposa celíaca, concuerdo plenamente con lo expresado por la doctora Magdalena Araya, presidenta de la Corporación de Apoyo al Celíaco (Coacel), en cuanto a fortalecer las políticas públicas en relación a esta enfermedad.
Y agregar que quizás no hacen falta testimonios extranjeros, pues aquí en Chile tenemos más que suficientes. Yo soy celíaco, y le aseguro lo siguiente: cada día somos más. No es que nos multipliquemos, es que el desconocimiento de esta enfermedad en Chile, tan aceptada en Europa, lleva a que mucha gente viva años -como fue mi caso- sin saber que la tenemos, confundiéndola con dolencias gástricas como el colon irritable u otras con síntomas parecidos.
Me sentí reflejado perfectamente por lo que narraba el periodista norteamericano en su artículo. En mis viajes por el mundo, he debido padecer la ignorancia respecto de este tema en muchos países donde ni siquiera existe el rotulado de alimentos, lo que me ha llevado a que más de una vez "me pasen un gol" con lo que como o a vivir mil peripecias para dar a entender mi enfermedad, al pedir un plato. Y, al contrario, también he descubierto encantado, al igual que el autor del reportaje en cuestión, cómo varios países han implementado no solo excelentes leyes de rotulación, también infraestructura gastronómica segura para que los celíacos podamos disfrutar de lo mejor de la mesa local. Entre ellos, además de Italia, están España (con una ley, conocimiento e infraestructura de primer nivel), Suiza, Estados Unidos, Brasil y Argentina.
La actual ley de rotulado chileno es un buen avance, pero aún le falta mejorar su información en cuanto al gluten. En muchos productos solo se limita a enumerar los ingredientes. Lo ideal sería que el producto dijera en forma expresa si contiene o no gluten, lo que transmitiría mucha más seguridad a los celíacos al momento de comprar. No pedimos que le quiten el gluten a todo -lo que sería un lindo sueño-, sino sencillamente que se diga en forma clara si el alimento lo contiene o no. He visto que hay marcas que lo hacen, pero muchas otras no, por lo que esto debiera convertirse en norma.
Por otro lado, es necesario reforzar en el ambiente gastronómico chileno el informarse más sobre esta enfermedad, mejorar la manipulación de alimentos para evitar la contaminación cruzada e incluir en sus cartas platos expresos sin gluten. Los empresarios de la gastronomía no necesitan verlo como algo "social" o de salud, sino también como una oportunidad de negocio: hay celíacos que apenas salen a comer afuera. Así, un restaurante "celíaco friendly" podría atraer a un nuevo segmento de clientes, oculto por temor.
Bruno Ebner
Periodista