Cuando uno escucha el término nikkei, casi de inmediato lo remite a la fusión de la cocina japonesa y la peruana. Y esto es verdad, pero no siempre, porque esta palabra califica diversos encuentros de lo nipón con lo extranjero. Y en el caso de República Nikkei, ubicado en calle Merced, tiene que ver más con otros matices occidentales adoptados por esta gastronomía oriental.
Por lo mismo, no se imagine esos rolls acebichados ni con salsa anticuchera. No. Aquí hay más comida de fuente de soda de otro hemisferio, en un local que parece trasplantado de Nueva York, luminoso y estiloso en su simpleza. La música es modernosa y cuando tengan la patente de alcoholes debieran convertirse en un must de los hipsters. Y de los amantes de otras facetas de lo japonés.
Son platos sencillos y sabrosos, más del estilo de un izakaya, un restobar. Por ejemplo, cinco gyozas hechas en casa, con la masa delgada que no tienen las que vienen congeladas. Sutiles en boca. O unas bolitas de masa con trocitos de pulpo, takoyaki, y un par de brochetas de carne (yakinomo), en cortes finitos y sin ser pesadas en el uso de salsa agridulce. También se pueden pedir de pollo o cerdo.
Más contundentes son una tortilla que va cubierta de pequeños cortes vegetales y salsas que también aparecen en otras preparaciones, más de la familia de la mayonesa que de las clásicas reconocibles en el canon japonés. En este caso la okomiyaki iba rellena con algunos camarones y, por desgracia, venía algo quemada. De todas formas, sabrosa, pero al debe. El ramen que se pidió, una sopa con cerdo, vegetales, pollo, medio huevo duro y fideos, no era para aplaudirla. El pote era demasiado pequeño y los fideos de paquete. Se consultó y, en tiempos por venir, podrían ofrecer tallarines hechos en casa. Pero, mientras tanto, es de lo más débil del local.
En fin, con dos jugos, el total fue $22.000. Bien gastados, en un sitio atendido con gentileza y que ofrece algo realmente distinto en nuestra capital.
Merced 571, 9-82946441.