La decisión de suspender el desarrollo del campeonato durante el fin de semana posterior a Fiestas Patrias no solo es sorprendente en una óptica de competición continua con progresión dramática. Es también incomprensible tratándose de un producto como el fútbol que, según los jerarcas e ideólogos directivos, pretende incorporarse con fuerza y presencia en la industria de la entretención y competir de lleno y en igualdad de condiciones con otros actores.
Los argumentos de la ANFP para este "receso voluntario" adolecen de fortaleza conceptual y solo se explican por una razón misérrima: ahorrarse unos cuantos pesos porque los desplazamientos y las estadías de los planteles de jugadores son más caros por tratarse de una fecha de "temporada alta". Seguramente, las estadísticas de las asistencias y las recaudaciones durante este feriado no deben acompañar las proyecciones de las tesorerías, por tanto a los clubes cercenar el natural avance del torneo -ya hace una semana se había interrumpido por fecha FIFA- les importó nada. Ni siquiera el hecho de que el fin de semana del 11 y 12 de octubre se volverá a detener el torneo por amistosos de la selección.
No contenta con violentar premeditadamente la Copa Chile diseñando una programación esquizofrénica para dejarla convertida en un mamarracho, la ANFP ahora vuelve a ir contra el sentido común al interrumpir el Apertura sin gran justificación deportiva y congelarlo justo cuando, como hacía tiempo no pasaba, Universidad de Chile y Colo Colo son protagonistas excluyentes para ganar el título.
¿Ameritaba posponer una fecha por un partido contra Haití en el que solo tres jugadores de la competencia local fueron de la partida y otros dos entraron en la mitad del segundo tiempo? Claramente no. ¿Qué tan invalidantes eran los problemas logísticos que debían enfrentar los clubes para que se volviera a suspender el campeonato? Absolutamente superables con una planificación sensata. ¿Fue entonces solo porque el fin de semana sucedía a las Fiestas Patrias y a todos les incomodaba jugar inmediatamente después del 18? Al parecer, lamentablemente, sí.
Pero en esta determinación tan discutible hay un factor clave, profundamente arraigado en el eje estructurante de nuestro fútbol profesional, que ha ido acentuando su influencia sin obstáculo alguno: la selección nacional. Mientras la ANFP siga mal entendiendo la protección de su producto "Selección" y lo focalice por sobre otros intereses más colectivos pero menos rentables, como por ejemplo son los torneos nacionales, su pretensión de relevar la competencia interna se diluirá en una ingenua declaración de buenas intenciones. Y mientras los clubes no se den cuenta que antes de la selección lo que deben cautelar es la organización y robustez de campeonatos serios y atractivos, su dependencia del "producto" será perversamente mayor y podría quedar completamente debilitado en un ciclo negativo del representativo nacional.