Quizás pasado mañana Escocia vote por su independencia, después de más de 300 años de unidad con Inglaterra. Escoceses, ingleses, irlandeses (protestantes) y galeses (en su conjunto, Reino Unido) han vivido murmullando y bromeando a costa del otro; han sido por siglos partes del humor y de la malevolencia moderada del trato mutuo. El caso de los irlandeses católicos por cierto es harina de otro costal y era casi lógico que en el siglo XX escogieran la independencia, resultado entre otras cosas de una larga historia de violencia.
Nada indica que un tipo de conflicto como ese haya caracterizado la existencia de Escocia en el Reino Unido. Desde el whisky hasta Sean Connery (vota el Sí) todo lo escocés nos parece igualmente inglés. Las singularidades de esa región llegaron a ser patrimonio de lo inglés, sin mayor grieta hasta hace poco. Una tía mía, descendiente de escoceses por los cuatro costados, se enorgullecía de que los romanos no pudieron conquistar Escocia, y atesoraba una falda característica de su clan familiar. Supongo que estaría anonadada con lo que sucede ahora.
¿Hay razones poderosas de tipo práctico o que respondan a intereses muy concretos? Es difícil poder auscultar alguna. Cuando se aduce una (v. gr., el petróleo), de inmediato surgen razones tanto de conveniencia como de inconveniencia. Rara vez los intereses tangibles constituyen la causa de una secesión como esta, ni siquiera en el País Vasco o Cataluña, donde hay más continuidad en la demanda que en Escocia, aunque también la consideremos innecesaria (pero los "intereses" en realidad no emocionan a nadie) y además lamentable para los hispanoamericanos. Nada de lo que sería la expresión espontánea de la manera de ser de los escoceses o de sus libertades fundamentales se ha visto afectado por la integración en Gran Bretaña. ¿Que esto manifiesta el fin del estado nacional? Hoy existen más estados nacionales en la ONU que durante la Guerra Fría; las separaciones no han llevado a una integración más allá de las instituciones políticas, sino que a la creación de nuevos estados. Una Escocia independiente estaría sometida de todas maneras al oleaje globalizador, como cualquier país hijo de vecino.
¿Qué sucedió en Escocia? Aunque después de siglos de dormitar el asunto y resurgir en las últimas décadas, pienso que en el fondo existe una de esas veleidades que se producen en especial en la democracia moderna -aunque no solo allí-, fruto de la seguridad y a veces del hastío que surge de la prosperidad, el tiempo libre y la vida planificada. Antes de 1914 a esto se le bautizó con el sofisticado nombre de spleen ; en la era de las masas creo que es simplemente producto de esa divinidad pseudopagana que se llama moda. No existe nada que se pueda argumentar con demostraciones o cifras irrefutables, aunque hay que reconocer que se lleva a cabo de manera pacífica y hasta de buen humor, solo que con poco criterio. Aunque gane el No, el entusiasmo por degustar de lo que erradamente se supone fruto prohibido va a permanecer sometido al azar de otro plebiscito.
Mirado en números, la independencia de Escocia no debería afectar a lo que quede de Gran Bretaña. En términos políticos y culturales en cambio esto es un golpe a una de las sociedades modelo de Occidente y de la modernidad. Inglaterra y los otros constituyen una especie de bien cultural de todos nosotros. Algo indefinible pero real sería herido con la separación de Escocia. Los que vemos con desaliento esta dirección ya no beberemos el whisky con el mismo placer, y a mí me facilitaría aplicar el amargo requerimiento médico de evitar los licores fuertes.