Quizás Parra -nuestro gran antipoeta- entendería mejor las contracciones de impulsos y frenazos, de amores y desamores de la Nueva Mayoría con los privados. No es fácil entender en qué callejón el país se ha metido, pero lo cierto es que la desaceleración se está sintiendo, y con fuerza. Casi no hay indicador económico que no muestre una preocupante tendencia. Pero de todos, creo que hay uno que es particularmente interesante: las importaciones de retroexcavadoras, el producto preferido de las reformas por antonomasia.

De acuerdo con las cifras del Servicio de Aduanas, durante el año 2013, y provenientes principalmente de Brasil, Estados Unidos, Inglaterra e Italia, ingresaron a Chile 1.208 retroexcavadoras de distintos tipos. Por sus características -a diferencia de lo que creen algunos, tienen una baja potencia que rara vez supera los 120 hp (un auto fácilmente alcanza los 110 hp)- son muy demandadas por el sector de la construcción y minería, en donde se destinan a labores de movimientos de tierra y a la preparación de los sitios de edificación.

La situación ha sido diametralmente distinta en el 2014. Entre enero y marzo del presente año, solo ingresaron a Chile 124 retroexcavadoras, poco más de un tercio de las 327 registradas por Aduanas en el mismo período del 2013. Las cifras del segundo trimestre también son desalentadoras. Entre abril y junio del 2014 ingresaron 109 de estas máquinas versus las 311 del año anterior. Con todo, durante los primeros seis meses del presente año el total de retroexcavadoras ingresadas a Chile experimentó una caída de 63% (en doce meses). ¡Increíble cómo ahuyentamos las máquinas que se suponían venían a remover los cimientos del modelo neoliberal!

Factores internos y externos explican el fenómeno, que se repite no solamente en muchas otras partidas de maquinarias reportadas por Aduanas, sino que también es consistente con los números agregados de importaciones. De acuerdo con las cifras del Banco Central, solo en el segundo trimestre del 2014 estas retrocedieron 10,9% respecto del mismo período en el 2013, un claro ejemplo del frenazo de la economía.

Pero más allá del debate respecto de cuándo comenzó o qué factores explican nuestra compleja situación económica, lo lamentable es que hasta hace muy poco Chile estaba en una posición inmejorable para implementar cambios profundos que pudiesen perpetuar nuestro progreso, mejorar nuestra educación y reducir en forma efectiva nuestra desigualdad. Hoy la situación es otra. Paradójicamente, tenemos que preguntarnos cómo atraemos nuevamente las retroexcavadoras. El problema es que el cóctel de estadísticas recientes sugiere que necesitaremos máquinas más potentes no para remover cimientos, sino que para evitar una recesión. Chile: ¿quién te vio y quién te ve?