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Editorial
Domingo 31 de agosto de 2014
Insuficiente reflexión sobre el ranking
La escasa reflexión que esta situación ha generado en el Consejo de Rectores es una demostración de que no es la institución más apropiada para conducir el sistema de admisión a la educación superior. Por ejemplo, la apelación al Ministerio de Educación para que la beca de excelencia académica...
Los sistemas de admisión a la educación superior en el mundo son especialmente cuidadosos en la elaboración de los instrumentos utilizados en los procesos de selección universitaria. Se hacen sobre la base de estudios rigurosos, apropiadamente informados y sujetos al escrutinio público. Además, cuando introducen cambios, estos se hacen con suficiente gradualidad, para no afectar a los estudiantes que están viviendo la transición desde los antiguos a los nuevos instrumentos.
Este criterio básico, que no es más que una muestra de respeto hacia los jóvenes cuyo futuro, en gran medida, está afectado por sus posibilidades de acceso a universidades y carreras selectivas, no se ha cumplido con la incorporación del ranking de notas entre los instrumentos de selección. Se estableció en apenas dos años incidiendo abruptamente sobre cuatro generaciones que ingresaron a la educación media bajo otras reglas.
Adicionalmente, el instrumento que se creó es discriminatorio entre estudiantes. Esto ocurre porque, en la práctica, el llamado ranking es apenas una bonificación de notas de aquellos que están por sobre el promedio. El "bono" depende del promedio de notas del establecimiento y del promedio máximo, factores que no controlan los jóvenes y que, al diferir entre planteles, puede generar enormes diferencias en el puntaje ranking entre estudiantes que se encuentran en la misma posición relativa en sus respectivos liceos o colegios.
Así, lo que ha pasado en Chile -al incluirse el ranking - es que se ha elevado la ponderación de las notas de enseñanza media desde niveles de 20 o 25 por ciento a 40 o 50 por ciento en la mayoría de las universidades. La inflación de notas, entonces, que con una ponderación más pequeña era un problema acotado, se vuelve ahora muy urgente para los jóvenes que estudian en colegios o liceos menos "generosos". La dinámica de esto es indudablemente perversa e impredecible.
La escasa reflexión que esta situación ha generado en el Consejo de Rectores es una demostración de que no es la institución más apropiada para conducir el sistema de admisión a la educación superior. Por ejemplo, la apelación al Ministerio de Educación para que la beca de excelencia académica (para el 10 por ciento de mejores desempeños de los colegios municipales o particulares subvencionados) se asigne sobre la base del desempeño de los estudiantes hasta el primer semestre de cuarto medio revela que el CRUCh no entiende la naturaleza del problema que creó. Es evidente que los estudiantes se cambian a establecimientos de menor promedio que su nota para contrarrestar el perjuicio que les provoca una mayor ponderación de las notas en un sistema escolar en que estas están heterogéneamente infladas. Los experimentos poco sustentados en educación son un gran problema y no cabe duda de que estamos siendo testigos de uno a gran escala.