¿Qué tienen que ver la sociología y la psicología en el diseño de políticas públicas para el emprendimiento? Esta es una pregunta muy relevante para los países que tratan de mejorar la capacidad productiva de sus ciudadanos. Especialmente, debido al acérrimo uso de lógicas económicas y legales en el diseño de políticas de emprendimiento, habiendo muchas otras lógicas posibles con las cuales diseñar este tipo de políticas.
Históricamente, el diseño de políticas de emprendimiento ha sido ejecutado por individuos de formación académica económica o legal, quienes han usado un lente propio de su disciplina. Por ejemplo, frente a una falla de mercado como la ausencia de capital de riesgo, diseñan una inyección de recursos económicos al mercado -en forma de capital semilla- para que ciertos emprendimientos puedan surgir. Alternativamente, frente a elevadas barreras legales para ejecutar la quiebra de empresas establecidas, diseñan regulaciones que reducen estas barreras, lo cual estimula a que individuos de alto capital humano emprendan. Si bien estas lógicas tradicionales son relativamente efectivas en lograr ciertos cambios, existen muchos casos de fracasos rotundos en los que estas lógicas no tuvieron el efecto que se esperaba o -peor aún- tuvieron un efecto negativo sobre el crecimiento económico local.
Con el objetivo de cuestionar el statu quo imperante en el uso de estas lógicas tradicionales, me propuse explorar la viabilidad de lógicas alternativas que podrían ser utilizadas para diseñar políticas públicas para promover el emprendimiento. Junto a Charles Eesley, profesor de la Universidad de Stanford, decidí investigar el potencial efecto sociológico y psicológico que podría tener un programa como Start-Up Chile sobre los emprendedores chilenos.
Usamos un sofisticado método analítico llamado
regression discontinuity , que permite comparar experimentalmente al grupo que recibió el tratamiento (individuos que casi no quedaron en el programa) contra el grupo de control (individuos que casi quedaron en el programa). La gracia de este método es que permite construir dos grupos perfectamente comparables, sin tener que realizar asignaciones aleatorias de tratamiento. Los resultados son sorprendentes.
Descubrimos que como consecuencia de una interacción social forzada entre dos grupos socio-geográficamente distantes (emprendedores extranjeros y chilenos), los emprendedores chilenos mejoraron significativamente los comportamientos necesarios para descubrir oportunidades innovadoras. Más aún, los chilenos aprendieron nuevas estrategias para emprender. Además, establecieron valiosos contactos con dichos extranjeros, quienes -luego de seis meses en Chile- retornaron a los polos de innovación de donde provinieron. Es decir, los participantes chilenos mejoraron sus comportamientos, aprendieron nuevas estrategias y construyeron redes sociales valiosas. En síntesis, aumentaron su capacidad productiva potencial.
Los mecanismos que subyacen en estos fenómenos se basan sólidamente en la sociología y la psicología. La política pública materializada en Start-Up Chile usa la interacción social, el aprendizaje social y la comparación social para lograr un cambio útil en los chilenos participantes. En conclusión, mediante un estudio que usa métodos analíticos robustos, logramos demostrar que se pueden diseñar políticas para el emprendimiento que usan lógicas distintas a las tradicionales económicas y legales. Creemos que este descubrimiento contribuirá sustancialmente a fortalecer una nueva corriente en el diseño de políticas públicas para el emprendimiento a nivel internacional. También es interesante notar que en Chile llevamos la delantera en la implementación y el estudio de políticas que se basan en lógicas no-convencionales. Estemos orgullosos por esto.
Michael LeatherbeePh.D.(c) Stanford University, profesor de Innovación y Estrategia de la Escuela de Ingeniería de la Pontificia Universidad Católica de Chile