Señor Director:
En relación con la
carta (martes 12) de los "asesores de inclusión" del Ministerio de Educación, Francisco Javier Gil y Antonio García, dada la importante responsabilidad que ellos ocupan, habría esperado que no sacaran de contexto mis dichos referidos a que aun cuando avancemos en eliminar mecanismos de segregación en el sistema educacional, "la elevada segmentación económica que ha provocado la política habitacional implica que el sistema escolar debe enfrentar el desafío de mejorar la calidad de la educación en grandes núcleos poblacionales, con altísima concentración de pobreza, en los que hay baja cultura de esfuerzo, disciplina y hábitos".
Es legítimo que cualquier lector pueda discrepar de mis opiniones. Al respecto, solo pido conversar con profesores que trabajan en dichos contextos sociales y verificar así si lo que afirmo es real o falso. Este trabajo de verificación de la realidad debería ser labor de quienes asesoran al Mineduc en políticas de inclusión. Lamentablemente, en vez de abordar el problema de fondo del estudio que di a conocer, que afirma que educar a un niño del primer quintil no cuesta menos de $228 mil mensuales, siendo que el máximo aporte estatal hoy solo alcanza a aproximadamente $85 mil, se limitan a descalificar.
Comparto plenamente que la educación es el mejor motor para que un niño despliegue sus talentos, a pesar de las condiciones adversas de origen, y por eso apoyo con fuerza los fundamentos de la reforma educacional y he tratado de participar en la discusión buscando lo que considero mejor para los estudiantes y sus familias.
Pero creo que la mirada es muy diferente cuando es desde la sala de una escuela municipal con 35 o 45 alumnos, donde el profesor tiene escasos recursos monetarios y didácticos -con bajos sueldos, pocas horas no lectivas, y escasa asistencia técnica- para lograr interesar a los niños sin hábitos de disciplina que distraen al resto, que no manifiestan interés en aprender y no obtienen refuerzos positivos en sus hogares.
Yo estoy en la educación porque creo en ella, y por supuesto que pienso que los talentos se distribuyen democráticamente, y con las herramientas adecuadas todos pueden florecer.
Rodrigo Ketterer
Vicepresidente de Conacep