Señor Director:
En su
carta de ayer, el profesor Hernán Corral se alegra al constatar que nuestro intercambio de opiniones no ha sido un diálogo de sordos. Lamento no poder compartir su alegría: él procede selectivamente, desechando lo que no favorece su posición y tergiversando la parte con que se queda.
De mi carta se queda con la constatación por la Corte Suprema de Estados Unidos de que la administración de ese país afirmó que el levonorgestrel podría impedir la anidación. Descartando sin embargo mi alegación de que esa constatación es un antecedente remoto de la sentencia, Corral concluye en que estamos de acuerdo en que la Corte asumió que la píldora puede impedir la anidación del óvulo fecundado. Tergiversa así tanto mis palabras como lo resuelto por la Corte. La Corte no hizo esa asunción; tampoco evaluó la verdad de esa afirmación.
Tratándose del rotulado del levonorgestrel por la autoridad administrativa (FDA), Corral se queda con la afirmación de que la droga "podría inhibir la implantación (mediante la alteración del endometrio)", para concluir que dicha administración reconoce tal efecto como un mecanismo de acción de la citada droga. No menciona que el rotulado es de hace cinco años; que toda la referencia al mecanismo de acción comienza con "se cree" ("is believed"); que, en el contexto, el uso de "may" tiene por finalidad declarar que no había evidencia suficiente para descartar dicho efecto como posible, y que el mismo rotulado afirma que la píldora no es efectiva cuando la mujer ya está embarazada.
De Estados Unidos toma una declaración al pasar de una sentencia controversial para impugnar la autorización por la autoridad sanitaria chilena de la píldora del día después. Omite informar que en Estados Unidos dicha droga está a la venta sin receta médica y es accesible sin restricciones a mujeres adolescentes.
La pertinacia en tanta selectividad equivale, como mínimo, a sordera.
Antonio Bascuñán