En la ribera del río Maipo se encontraron documentos de la época de Acosta, de la era Bielsa y del periodo Borghi en la selección. ¿Cómo llegó esa información confidencial a un vertedero ilegal en Buin? Da casi lo mismo en la medida que no se haya incurrido en un delito. ¿Por qué nadie se dio cuenta antes de que llegara al basurero? La respuesta es más reveladora: nadie se percató de la pérdida porque a ningún técnico que sucedió a los autores de los informes les importó lo que contenían. Ni a Bielsa lo que pudo haber dejado Acosta; ni a Borghi lo que aquilató Bielsa ni a Sampaoli lo que almacenó Borghi.
Lo que dejó el basural del Maipo es una evidencia empírica de que nuestros seleccionadores desprecian lo que los predecesores hicieron, prefieren empezar de cero, se juegan la vida por lo que ellos creen y mueren con la suya, aunque los resultados del trabajo anterior sean perdurables y los propios olvidables. La arrogancia es un rasgo casi connatural de quien asume la banca nacional. Por alguna razón digna de estudio, la asunción al cargo está indisolublemente asociada al aislamiento y la ceguera, con la complacencia de los directivos que contratan a los seleccionadores. Y cuando alguno se ha llegado a dar cuenta o ha necesitado del espaldarazo puntual, suele ser tarde.
Lo que se debe evitar es que los tramposos hagan cochinadas, aunque el embuste lo tengan en su ADN y se pavoneen con que aprendieron los secretos del juego en canchas de tierra. El técnico de Palestino, Pablo Guede, ya mostró parte de su repertorio con el que pretende imponerse profesionalmente en Chile y hacer carrera internacional. Durante el entretiempo del partido que su equipo jugaba en La Cisterna frente a Audax Italiano, mandó a regar la cancha... pero sólo la mitad del campo en la que Palestino atacaría. El recurso, de escaso intelecto pero abrumadoramente testimonial, le trajo dividendos: ganó. Vivo, pícaro, despierto, perspicaz, pillo, ladino, Guede sumó tres puntos y llegó al camarín para felicitar a sus jugadores por seguir sus instrucciones ganadoras, respetar la insuperable táctica que planificó en la semana y seguir esta campaña que enaltece el estudio y la agudeza, y potencia el conocimiento y el talento. Con entrenadores así no hay vertedero que resista.
Lo que nadie puede dejar que se transformen en basurales son los recintos deportivos que se inauguraron para los Odesur. Con todo lo que costó su aprobación y posterior construcción, con todo lo que el gobierno los lució y el público los gozó durante los Juegos, es una vergüenza nacional que no tengan un presupuesto asignado para su mantención y se deba recurrir a recursos extras para darles una razonable conservación, como sucede con el Velódromo y la pista BMX. Ya se denunció que la piscina olímpica está agrietada y exhibe otras deficiencias estructurales que la mantienen sin uso; el Polideportivo casi no se ocupa y si no es por la Crespa Rodríguez habría seguido esperando un buen tiempo por eventos top para ser utilizado. No basta con argumentar que la falta de dinero es problema de la mala planificación de la administración anterior. Esa lógica se le podría aceptar a un entrenador que asume una selección con una herencia negativa, no a una gestión pública que administra el desarrollo del deporte de alto rendimiento.