Desde 2012 está pendiente en el Congreso un proyecto de ley que restituye la protección a los terrenos destinados a áreas verdes, como los llamados "cerros isla" -denominados así porque no tienen conexión entre ellos-, que son pulmones para la ciudad de Santiago. Esto se debe a que una ley de 2004 fijó a los municipios un plazo de entre 5 y 10 años para construir áreas verdes o extender y ampliar calles en terrenos con declaratoria de utilidad pública. En 2010 ese plazo se prorrogó hasta 2015, pero gran parte de los proyectos ni siquiera se ha diseñado aún.

Con el ánimo de que preserven ese destino, la Municipalidad de Lo Barnechea, comuna que cuenta con los cerros Loma Larga, El Manzano, Del Medio, Alvarado y Dieciocho, que suman en total 400 hectáreas, ha lanzado una campaña de "alerta verde".

En la Región Metropolitana existen 26 de estos "cerros isla" sin protección legal, y la iniciativa de ley hoy detenida busca que el plazo para establecer el uso público de los suelos sea indefinido. Esto significaría que la expiración de tales plazos no los dejaría en situación de poder ser aprovechados para construcción de inmuebles.

Según las cifras disponibles, hay 14.967 hectáreas de suelos reservados para parques que corren el riesgo de no ejecutarse como lo planificaron los instrumentos reguladores aprobados por los municipios. Aparte de las responsabilidades que recaen en estos, hubo un error en la planificación urbana, y que los plazos establecidos para las declaratorias de uso público en muchos casos son insuficientes para las acciones por realizar.

En octubre de 2012, un grupo de investigadores de la UC planteó un proyecto (que ganó un concurso de políticas públicas en el anterior gobierno) para transformar 22 cerros de Santiago en parques urbanos y sumar a la ciudad hasta 4.596 nuevas hectáreas de áreas verdes. Para eso se identificaron en la cuenca de Santiago 23 "cerros isla", como los conocidos Santa Lucía, Renca, Chena, Dieciocho y Navia. En el sector oriente hay una fuerte presión por esos terrenos de parte de empresas inmobiliarias, lo que no ocurre en zonas con menor nivel socioeconómico.

Los urbanistas sostienen que Santiago es una ciudad de áreas verdes muy dispersas, y que los "cerros isla" podrían brindar un ambiente más incorporado al valle en que se encuentra. La falta de una política al respecto ha permitido que esos cerros se hayan usado para el trazado de autopistas y, al urbanizar sus laderas, se han aceptado cortes agresivos que provocan un daño irreversible especialmente en su cobertura vegetal. Pero -afirman-, si se recuperara gran parte del espacio abandonado, el aporte de áreas verdes para la ciudad sería de gran significación. En esa línea, el intendente de la Región Metropolitana, Claudio Orrego, anuncia que en agosto se definirá el lugar donde se construirá el próximo parque familiar, y agrega que "tenemos que ocupar a plenitud nuestra geografía" para establecer espacios de encuentro.

Estas consideraciones avalan la propuesta de la Municipalidad de Lo Barnechea que busca rectificar la política de displicencia hasta ahora imperante. Sin embargo, hay que evitar fundamentalismos en esta materia. La preservación de futuras áreas verdes debe compatibilizarse con un criterio amplio de urbanismo moderno.