Nuestros niños comienzan sus vidas en un nuevo siglo y en un nuevo milenio, pero son herederos de lo sucedido en el siglo anterior. Al cumplirse cien años de la Primera Guerra Mundial se tiende a recordar el siglo XX como un período de catástrofes, caracterizado por guerras mundiales y desastres masivos, consecuencia de ideologías extremas, con exterminios, éxodos poblacionales, hambrunas y enfrentamientos bélicos. Sin embargo, también hubo hechos positivos notables, como fueron los avances científicos y tecnológicos que permitieron disminuir la mortalidad en general y muy especialmente la infantil, gracias a descubrimientos como las vacunas y los antibióticos. Un avance no menos importante, que ha cambiado las relaciones familiares y sociales, ha sido el reconocimiento y nuevo rol de la mujer en la sociedad.
Otros cambios que nos deja como legado el siglo XX son los culturales; entre otros, el enorme auge de la literatura latinoamericana, expresada en la poesía de Pablo Neruda y en las novelas y cuentos de Gabriel García Márquez, ambos premios Nobel. Estos hechos son lo suficientemente importantes como para ser enseñados a nuestros niños como trascendentales. Es de gran utilidad para su educación estar atentos y aprovechar instancias como los homenajes para dar a conocer su obra y la de otros autores latinoamericanos. Esta misma mirada es válida en relación con las artes.
Los avances que se produjeron en una época anterior a la actual, dominada por la tecnología, son muy cercanos y posibles de conocer a través de testigos directos. Los niños se sorprenden al saber que sus abuelos no tenían televisión ni computadores, que sus bisabuelos asistieron al nacimiento de la radio, del cine y de la luz eléctrica. Es increíble el impacto y la huella que dejan en la memoria diálogos informales sobre acontecimientos históricos, especialmente si ellos se ligan a la historia familiar. Tener ocasionalmente conversaciones más profundas relacionadas con eventos culturales o fechas históricas aporta a los niños una mirada reflexiva acerca de la realidad y los hace sentirse interlocutores válidos.
Tomar conciencia de los progresos y cambios producidos en los últimos tiempos les permite además plantearse cómo ellos podrían llegar a ser un aporte para lograr un mundo mejor. Es necesario ayudar a los niños a reflexionar acerca de cómo se hace la historia y no solo a conectarse con los eventos actuales, porque ellos serán los protagonistas en la construcción del futuro.
Es necesario reflexionar no solo sobre el mundo que les dejamos a nuestros hijos, sino sobre qué niños estamos formando para dejar un mundo, ya que de ellos dependerá la construcción de un planeta más sustentable, más justo y más pacífico.