Aparte del llamativo título, hay una buena razón para ver "Historias de amputación a la hora del té": es el segundo fruto del colectivo La Niña Horrible (otro buen nombre), que el año pasado brindó "Sentimientos" con muchos y sorprendentes hallazgos. Puesto que está marcado por el exceso al extremar el componente grotesco, este montaje no se iguala al debut del grupo. Lo que no le resta atractivo. Aquí hay una dramaturga (Carla Zúñiga) y un director (Javier Casanga) talentosos, con un discurso sustancioso y un ánimo ácidamente burlón.
Su estructura dramática -una galería de estereotipos femeninos en una serie de escenas episódicas dentro de un ambiente de clausura, para retratar el mundo femenino de barrio, reprimido e hipócrita- tanto como su sentido -bucear en cómo a éste lo determina la hegemonía patriarcal del macho- hacen de esta obra una clara continuación de "Sentimientos", pero en un tono aún más exacerbado, delirante y negro.
Se centra en una veinteañera huérfana de madre y que nunca conoció a su padre, cuidada por su abuela octogenaria; se apresta a vivir intensamente su último cumpleaños, aquejada de un cáncer mamario en etapa terminal. Aparecen luego su ex compañera del liceo y su amiga invisible, la vecina copuchenta, la mejor amiga de su madre difunta, una prima fea del campo, una payasita animadora de fiestas y, hacia el final, el padre, un travesti.
Ambicioso, puede que éste sea un texto más redondo y bien calibrado que "Sentimientos" (y que otros de Zúñiga, como "El hombre del cartel") en su mezcla de patetismo y ridículo. Pero como si no fuera suficientemente grotesco, Casanga optó por entregar los roles a un elenco masculino que se traviste. Quizás porque se pasa de la raya, además con un recurso difícil de resolver, la propuesta resulta menos satírica de lo que buscaba, más cerca de una astracanada esperpéntica y absurda, cruel y monstruosa que a ratos parece reírse de las telenovelas centroamericanas, o bien parodiar los desbordes de cierto teatro experimental.
Reitera también como constante la deformación del espacio: se accede al interior cerrado desde un viejo ropero, por abajo de la cama o a través de una puerta ubicada en el suelo. Hay un serio esfuerzo tras las actuaciones, pero pese a ello el rendimiento dista de ser homogéneo. Con varios giros y elementos que dan la impresión de estar de más (las dos canciones 'a capella', desde luego), los 90 minutos de entrega tienden a alargarse innecesariamente.
Multiespacio Ladrón de Bicicletas. Dardignac 0163, Bellavista. Viernes y sábado, a las 20:30 horas; domingos, a las 19:30 horas. Hasta el 17 de agosto. Entradas: general $5.000, estudiantes y 3 {+e} {+r} {+a} edad $3.000.