Claudio Herrera

Colo Colo intimida. Por nombres, hace retroceder hasta al más atrevido. Y por volumen de juego, termina desestabilizando hasta a los rivales más ordenaditos.

Deportes Iquique intentó ayer, durante el primer cuarto de hora, disputarle el dominio de la pelota al Cacique, pero entendió que iba derecho al suicidio, y optó por dar varios pasos atrás y subir la guardia. El campeón vigente no duda cuando tiene la presa al frente. El equipo de Héctor Tapia huele sangre y se estimula.

Con cuatro rivales luciendo producción perfecta en la clasificación, entre ellos el archirrival azul, los blancos salieron raudos del desasosiego que sembró la expedición por Arica.

Sin freno de mano, Colo Colo instaló siete jugadores de forma permanente en campo nortino, propuso transiciones rápidas, no siempre bien maduradas, pero hizo trabajar extra al meta Brayan Cortés.

El desnivel demoró 71', pero el trámite no reflejó paridad nunca. Una diagonal de Gonzalo Fierro, tras pase de Julio Barroso, terminó en penal de Cortés, que Esteban Paredes transformó en gol. La hoja de ruta alba no varió y el zurdo anotó el segundo tras asistencia de Felipe Flores. Allí tiró la toalla el rival, ya bien aporreado a esa altura.

Colo Colo tiene mucha variedad, pero necesita ajustar detalles. A ratos, el debutante Jean Beausejour rogaba la combinación de primera, pero Emiliano Vecchio hacía la pausa. O las diagonales que ofrecía Paredes no encontraban el envío oportuno de José Pedro Fuenzalida. Minucias que engrandecen el funcionamiento.

"A ratos nos falta encontrar ese último toque para abrir los partidos más temprano", diagnosticaba Tapia con certeza. Pero el baile ya empezó.