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Editorial
Lunes 28 de julio de 2014
Nuevo plan anticontaminación
Cabe reiterar los problemas que causaría una prohibición a los vehículos catalíticos: para enfrentar los días de restricción, muchos usuarios comprarán vehículos adicionales de bajo costo y muy contaminantes...
El Ministerio de Medio Ambiente presentará un nuevo plan anticontaminación desarrollado por un instituto mexicano con amplia experiencia en esta materia. Él apunta a reducir la presencia en el aire santiaguino de PM2.5 -polvo suspendido más peligroso que el material particulado grueso en que se concentraron planes similares del pasado-, e intentará reducirlo a la mitad en cinco años. De lograrse, tendrá efectos positivos sobre la salud de los habitantes. Presumiblemente, planes similares se desarrollarán en otras ciudades con aun más contaminación que Santiago.
Sus medidas incluyen la electrificación del transporte público, el fin de los calefactores de leña en los hogares, la renovación y el reemplazo de los vehículos de transporte y una posible restricción a los catalíticos más antiguos. Todo esto supone costos para el Estado y los privados.
En el transporte público, hay dos opciones para electrificar los buses. Una posibilidad sería buses con baterías de almacenamiento. Esto los hace autónomos, pero podrían enfrentar problemas de carga por la congestión, que alarga los tiempos de viaje entre terminales. El tiempo de recarga podría ser otra limitante. Sin embargo, los avances tecnológicos en esta área son rápidos y esas dificultades podrían resolverse en el futuro mediano. La alternativa son los trolebuses, conectados permanentemente a cables, pero son poco aptos ante la congestión, y su escenario ideal son los corredores segregados. También cabe pensar en buses híbridos, que podrían ser la mejor opción. En todo caso, antes de introducir nuevos tipos de buses, conviene estudiarlo cuidadosamente para no repetir la mala experiencia de los articulados.
Los calefactores de leña tienen defensores que argumentan que aquellos modernos son poco contaminantes. En todo caso, una prohibición de la venta de leña debería ser relativamente fácil de aplicar en Santiago, aunque no en sus alrededores.
El plan prevé también renovar la flota de transporte de carga, lo que podría reducir rápidamente el PM2.5. Los motores diésel son el segundo más importante emisor de PM2.5, después de la leña. Por eso, es correcto elevar el impuesto al diésel, pa- ra eliminar la distorsión que hace más atractivos los vehículos con esos motores. Un arancel a las importaciones de autos con motores diésel es una pésima medida, que causa problemas con nuestros socios comerciales y que asegura que esos vehículos sean los más utilizados y, por ende, los mayores contaminadores. Por el contrario, un mayor impuesto al diésel no tiene efectos perversos.
Cabe reiterar los problemas que causaría una prohibición a los vehículos catalíticos: para enfrentar los días de restricción, muchos usuarios comprarán vehículos adicionales de bajo costo y muy contaminantes. El resultado, como en Ciudad de México, será negativo (tal vez por eso esta no es una propuesta del instituto mexicano), porque en el mediano y largo plazo no reducirá la contaminación ni la congestión. Esta medida podría servir para catalíticos muy antiguos, porque representan un número menor de vehículos, cercanos al fin de su vida útil. A los demás se les debería exigir la revisión técnica y, quizá, aumentar los controles de gases aleatorios.
En suma, este plan contiene medidas que parecen razonables, y su costo, relativamente alto, debería compensarse con la reducción en los costos de la morbilidad asociada al PM2.5. Algunas de ellas pueden ser poco eficaces, y otras podrían enfrentar oposición, pero su conjunto debería continuar reduciendo la contaminación.