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Cartas
Martes 22 de julio de 2014
Demanda civil
Señor Director:
En el marco de la demanda civil que hemos iniciado contra el Arzobispado de Santiago por su complicidad, negligencia y desconocimiento deliberado en el caso de abuso del sacerdote Karadima, hemos cesado las conversaciones que empezamos en marzo. Por un lado, reconocemos y agradecemos el esfuerzo y la disposición de los abogados contratados por el Arzobispado, así como del sacerdote elegido por ambas partes como mediador, para buscar puntos de encuentro, suavizar asperezas y llegar a un relato común basado en los hechos demostrados por la justicia penal chilena y el propio Vaticano. Sin embargo, no se llegó junto a ellos a establecer los tres hitos fundamentales de nuestra demanda: 1) que el arzobispo como responsable actual de la arquidiócesis de Santiago reconozca la responsabilidad negligente en los abusos que causaron durante más de 30 años daños en nosotros y otras personas; 2) que por este motivo el Arzobispado pida explícitamente perdón, y 3) que este daño sea indemnizado materialmente según la gravedad del mismo.
Nuestro esfuerzo y apertura han buscado continuamente establecer los tres puntos antes señalados, pues son fundamentales no solo para nuestro caso particular, sino para todos los casos de abuso en la Iglesia. La Iglesia, como institución universal, ha dado un significativo giro cuando el Papa Francisco pidió perdón por la complicidad, encubrimiento y omisiones de la Iglesia, encarnada en obispos y cardenales, en casos de abuso sexual. Sus palabras, al contrario de las de la jerarquía chilena, no son ambiguas. Sin embargo, en nuestro país estas palabras no encontraron el eco esperado.
Aparentemente el cardenal Ezzati, junto con su antecesor, el cardenal Francisco Javier Errázuriz, y colaboradores eclesiásticos, interpretaron esta etapa de posible acuerdo como una oportunidad para reescribir la historia y limpiar, en lugar de su conciencia, su imagen. No estamos disponibles para ello. Creemos que las víctimas de abuso sexual, de abuso de conciencia y de poder merecen que la justicia se materialice. También creemos que muchos miembros de la Iglesia, en todos sus niveles, honestos y comprometidos, se merecen representantes que crean y ejerzan la verdad y la justicia.
Continuamos abiertos a un diálogo respetuoso de la verdad, pero no a uno mezquino que, en beneficio de la imagen propia, es capaz de tergiversar la historia y manipular a las personas.
Juan Carlos Cruz Chellew
James Hamilton Sánchez
José Andrés Murillo Urrutia