Fueron las palabras del Presidente Piñera al visitar Vietnam en el 2012. Su ofrenda ante el monumento del líder vietnamita rezaba: "En recuerdo y reconocimiento de la lucha heroica del pueblo vietnamita por su libertad e independencia, bajo el liderazgo del 'tío Ho' ". Recordé estas afirmaciones al saber que el alcalde de Cerro Navia, Luis Plaza (RN), había inaugurado un monumento a Ho Chi Minh, el "mítico líder revolucionario", reverenciado por Salvador Allende.
Existe una terrible confusión. Ho Chi Minh fue un dictador totalitario, con pasta de guerrero y de político, triunfador en esa especie de síntesis entre guerra de independencia, guerra civil entre marxismo y antimarxismo, devenida en guerra internacional por el apoyo de la China de Mao y la Unión Soviética (con cuyo partido comunista Ho estuvo articulado desde 1923, residiendo varios años en Moscú) y por la posterior intervención de EE.UU., que intensificó pero no creó la violencia. No cabe duda de que Ho era de la pasta de los fundadores de estados revolucionarios como Lenin, Stalin, Mao, Pol Pot y Castro (le reconozco a este que al menos no efectuó matanzas en la escala de los anteriores). Por si a alguien le interesa, en esta constelación la democracia brilla por su ausencia.
El alcalde tendrá sus motivos. El Presidente Piñera en efecto debía rendir homenaje a quien en el país anfitrión es considerado el fundador. Podría haber escogido una formulación diferente, compatible con el indispensable protocolo, como que "venía a rendir el homenaje al padre del Vietnam actual", etc. En cambio, al decir lo que dijo sancionó el camino de la revolución radical como la meta de nuestra era, aunque no era lo que pretendía.
Porque el Vietnam del Norte de Ho no solo se empeñó en la guerra como principio en sí mismo, sino que usó el asesinato sistemático como arma privilegiada y, una vez en el poder, ejecutó a algunas decenas de miles (o centenares de miles, las cifras no son claras) de "enemigos del pueblo" y otros muchos más languidecieron en "campos de reeducación" (sabemos de qué se trata), llevando extensas purgas en sus propias filas comunistas (que por estos pagos es lo único que importa). Los gobiernos de Vietnam del Sur en períodos también recurrieron a métodos comparables, aunque era violencia no organizada, mientras que la que desarrolló Ho era violencia organizada, una de las razones por la que este al final venció en la guerra. Paradoja no se sabe si triste o alegre, parecida a la china, porque con los años Vietnam se ha ido pareciendo a lo que pretendían la mayoría de los dirigentes del sur, un sistema autoritario, nacionalista, con economía de mercado. Más todavía, entre la China que otrora inspiró y apoyó a Ho, y EE.UU., el actual Vietnam está más cerca de este último.
¿Importa traer a colación a Vietnam en el Chile de ahora? Si uno cree que vivimos en un solo mundo y que, además, las sociedades humanas se parecen entre sí más de lo que normalmente se afirma, lo que allá ha sucedido debe suscitar nuestro interés y nuestra pregunta político-moral. Hay otro motivo. Tal como van las cosas, en nuestro mundo hay una pugna silenciosa entre sistemas que se orientan por la democracia nacida en Occidente por un lado, y por el otro el autoritarismo de cuño bonapartista, aunque harto menos liberal que este. Pienso que el futuro de Vietnam y China, mirados en la perspectiva no del próximo año, sino que de décadas, está todavía abierto en este sentido. La marea puede ir también por el otro lado. Lo sabemos en América Latina.
En fin, toda esta bicoca está comprehendida cuando se exclama "Ho, Ho Chi Minh, lucharemos hasta el fin".