El presidente de la Asociación de Bancos, Jorge Awad, se siente el progenitor del acuerdo político que permitirá aprobar de modo consensual en el Congreso un importante incremento de impuestos.
"Yo soy el papito de la guagua", me parece que dijo. Y varios se picaron con él. No necesariamente por el modo algo caribeño de definir el acontecimiento, sino porque estimaron que se estaba arrogando una paternidad que no le correspondía en exclusiva.
A mí me ha llamado la atención todo esto. Primero, porque no me imaginaba a Awad hablando de "mi mami" o "mi papi", y segundo, porque no sé si la denominada "guagua" es tan bonita como para andársela disputando.
Mi sospecha es que la verdadera paternidad de "la guagua" se desconoce; por tanto, la criatura es en verdad un hijo no reconocido.
Estoy de acuerdo en que a los bancos en el fondo les convenía en parte el proyecto del Gobierno, y por eso Awad podría defender que sí es "el papi". Pero estoy seguro de que hay muchos otros con intereses aún más grandes.
De lo que sí estoy claro es de que el ministro Arenas no deseaba esta guagua. Él quería que se aprobara su proyecto original y lo defendió a rabiar. Arenas sí moría de ganas de ser padre, pero de una guagua de distinto sexo, con otra madre, no sé. No era esto lo que esperaba. Pero -la vida es así- le va a tocar a él criar a esta guagua y conseguir que logre vivir, crecer y desarrollarse. Esto lo convierte en una especie de "padrastro" de "la guagua". Y ahí el ministro tiene dos opciones, o adopta un modelo de padrastro tipo "Maléfica" (que en el fondo quería a la Bella Durmiente) o tipo "Grimhilde" (que odiaba a Blancanieves porque le quitaba protagonismo, y solo quería matarla).
Veremos cuál de los instintos de Arenas es el que prevalece.
Hay otros personajes más en este cuento, como los "padres adoptivos", que son todos los que aparecieron ahora queriendo hacerse cargo de "la guagua". Hay varios, en la UDI, RN, la DC, el PPD, el PS, el Gobierno... Y es raro, insisto, porque "la guagua" no es ni tan linda.
También es preciso mencionar en esta enumeración a los "parricidas", quienes no pueden desconocer que "la guagua" tiene también sus genes, pero pese a ello quieren eliminarla. Se me vienen a la mente personas como Quintana (que querría usar su retroexcavadora para sepultar a "la guagua") o Lorenzini. También caen en este grupo, desde luego, los comunistas (¿se comerían a "la guagua" si la tuviesen a mano o ese es un estereotipo pasado de moda?).
En fin, pobre guaguita, no le auguro una existencia plácida. La manera de protegerla de tantos maleficios que la rondan es que se busque un hada madrina ("tu mami y tu madrina te protegerán si yo llegase a faltarte, mi bien", diría Awad). La madrina ideal sería el hada Michelle, pero no estoy tan seguro de que ella esté dispuesta a inmolar sus alitas para proteger a una guagua que, por ahora, insisto, no es tan, tan bonita.
Pero ya saben como son las cosas, los padres siempre creen que sus guaguas son las más preciosas del mundo, cuando en verdad muy pocas lo sean.