Los mismos que sostienen que conquistaron la libertad arrebatándosela en 1988-1990 al Gobierno militar, hoy van cercenando sus manifestaciones en variadas dimensiones de la vida nacional.
No es extraño: quien no puede reconocer que fue la Presidencia Pinochet la que diseñó un proyecto democrático al que le fijó un itinerario y la que cumplió con los modos y plazos comprometidos, mal puede proyectar la democracia. La mirada viciada sobre el origen deviene en una mirada viciosa sobre el destino.
Buena parte de esa visión errónea es la mentalidad expropiatoria.
Por ahora, las señales de privación de propiedad no son tan burdas como las que dañaron gravemente al país entre 1964 y 1973. Ahora, también en esto, hay mucho mayor sutileza. Pero el objetivo es el mismo: los actuales conductores del Estado, algunos de los partidos que los apoyan y poderosas organizaciones sociales emiten señales claras respecto de muy variados aspectos de la vida nacional, expropiándolos de la iniciativa del chileno común y corriente: no te metas ahí, no te dejaremos.
No te metas en La Araucanía, porque ese territorio va a ser liberado para el uso minimalista de una ínfima minoría nativa, dentro de una determinada minoría indígena. Y si, por ahora, ahí tienes algo tuyo, vende; no haremos nada por protegerlo de las múltiples agresiones. Vende.
No te metas en educación. Ya no tendrás iniciativa en ese campo; nosotros, los planificadores, te diremos si nos conviene o no tu afán de formar niños. Te advertimos: nunca nos conviene. Y si en la actualidad tienes ahí parte de tus ideales y de tu patrimonio, te cambiaremos las reglas con las que te involucraste, o te forzaremos a vender.
No te metas en generación de energía. Sabemos que todos tus proyectos son meramente lucrativos y que te da lo mismo si podemos prender o no la luz. Tú siempre puedes poner tu plata en otros negocios. Para nosotros, el medio ambiente es divino. Llévate tus inversiones a otra actividad.
No te metas en el Poder Judicial. Está reservado para los que hacen carrera desde unas pocas universidades en las que desde el primer día les explicamos que el delincuente es una víctima social, que los poderosos y los uniformados no tienen derecho a la justicia, que nunca violan los derechos humanos los que ponen bombas, queman casas o atacan carabineros. Si piensas distinto, olvídate: ese lugar no es para ti.
No te metas en casi ninguna sala de prensa si todavía crees en la necesidad de buscar la verdad para informar. Lo importante es que te sumes a una agenda progresista, porque, tú lo sabes, los medios los controla la derecha, por lo que los periodistas, para contrapesar, tenemos que ser todos de izquierda.
No te metas en la toma de un liceo acordada por los dirigentes con el apoyo de sus asambleas (a las 4 de la mañana del domingo recién pasado, 5 alumnos tenían cortada la Alameda a la altura de Arturo Prat: sillas y trofeos impedían el paso). Nos da lo mismo que seas profesor o padre de alumnos de ese colegio. No es problema tuyo, porque tú solo buscas tus egoístas intereses y nunca entenderás las luchas populares.
No te metas en los temas morales y culturales. Cuando lo haces, invocas la superioridad moral de tu filosofía o de tu religión; olvidas que esa condición moralizante solo nos corresponde a nosotros, a los agnósticos de profesión, a los secularizadores por vocación. No se te ocurra meterte en nuestro exclusivo espacio público.
No te metas en nada de esto. Ya estás advertido. Y si te metes, no te olvides que estamos proponiendo la inflación de las atribuciones fiscalizadoras en Chile. En algún lado nos vamos a topar.
No te metas ahí. Te va a ir mal.