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Cartas
Viernes 20 de junio de 2014
¿La violencia como método?
Esta semana hemos sido testigos, una vez más, de hechos de violencia rural en La Araucanía a manos de grupos de encapuchados armados. En efecto, durante un ataque a un campo e incendio de medios de producción, un trabajador y su familia fueron sacados por la fuerza a medianoche de su casa, y ante la mirada de sus propios niños, su hogar fue destruido. Un parcelero asesinado. Una casa de un hermano mapuche quemada como venganza. Después otro camión incendiado. Se trata de una violencia que aparece pensada, organizada, con intenciones y objetivos específicos, y en donde las personas, sus vidas y el fruto de toda una vida de trabajo al servicio del bien común, ya sea privada o institucional, pierden significado y valor ante otro tipo de intereses. El resultado: sufrimiento, temor y, en ocasiones, muerte.
En algunos de estos hechos, los autores levantan la bandera de la causa mapuche porque también es cierto que en otras ocasiones la represión violenta a comunidades ha causado gran sufrimiento, especialmente a niños que han sido testigos de episodios con consecuencias fatales. Sin embargo, tanto el intendente de La Araucanía como muchos otros actores de la región, están convencidos de que este tipo de metodología no proviene del pueblo mapuche ni de sus comunidades. Todo lo contrario, daña sus justos anhelos y obstaculiza la búsqueda de una urgente solución a la deuda histórica. Todos, mapuches y huincas, anhelamos la construcción conjunta de un pronto itinerario de respuestas que haga posible una real justicia para vivir en paz.
En la ciudadanía regional comienza a percibirse un sentimiento creciente de profundo malestar y desconcierto ante estos grupos violentos y armados, que parecieran moverse con toda libertad, actuar en el anonimato y, más preocupante aún, con grados de impunidad no menores. Me refiero a la sensación de vivir en un contexto donde derechos esenciales de un régimen democrático no están siendo suficientemente respetados. De esta manera, comienza a experimentarse impotencia, inseguridad y falta de justicia, ante un Estado de Derecho que a ratos pareciera quedar en una abstracción. La historia muestra que la violencia como método para lograr objetivos es, a la larga, fuente de mayores y nuevos dolores e injusticias.
Es hora de exigir al mundo político priorizar en la agenda pública regional y nacional la grave e impostergable responsabilidad que le cabe con La Araucanía.
+ Héctor Vargas Bastidas
Obispo de San José de Temuco