Esta es la quinta película acerca del terremoto del 27 de febrero de 2010, la tercera de ficción después de 03:34 y El año del tigre, además de los documentales Tres semanas después y Mauchos. Ningún terremoto anterior suscitó tanto cine. Por sardónico que suene, ha sido el cataclismo más inspirador de la historia de Chile.
El terremoto de Aftershock es distinto de los anteriores, desde luego porque responde a los intereses de género de Nicolás López y al gusto por el exceso que comparte con su socio y medio protagonista, Eli Roth. Sin embargo, tiene al menos un rasgo en común con 03:34 y El año del tigre: el terror ante los presos fugados en el vórtice del desastre. Algo dice esto acerca de nuestra idea de los sistemas carcelarios.
Como el de El año del tigre, el terremoto de Aftershock apunta a significar algo más que sí mismo. El relato comienza tres días antes de la catástrofe, en la madrugada de un miércoles, cuando el Gringo (Eli Roth) y tres amigas turistas se entregan a la guía del Pollo (Nicolás Martínez) y Ariel (Ariel Levy) para un recorrido por la zona central de Chile. Esto es: una discoteca de Santiago, una viña de las afueras y, por fin, un Valparaíso colorido. Es un mundo dominado por el Pollo, un postadolescente que conoce los secretos de pasarlo bien, algo no tan difícil cuando se tiene dinero en abundancia.
El terremoto sobreviene -a los 34 minutos del metraje- en una disco subterránea del puerto y de inmediato adquiere el aspecto de un azote contra los excesos, las perturbaciones familiares, la estupidez y la disipación del grupo de amigos. Lo que sigue es una espiral de terror: Valparaíso es presa de los saqueadores, la policía pierde el control y un grupo de reclusos, encabezado por el demencial Ramón (Ramón Llao), recorre los escombros robando, violando y matando. Amigos y turistas se sumen en una espiral de crueldad.
Es el principio operativo del subgénero de terror juvenil que recorre desde Martes 13 hasta Destino final: los protagonistas que van cayendo, uno por uno, en un agobiante sacrificio de sangre. No hay base estructural para ver una dimensión teológica en este castigo. Las referencias a cementerios, iglesias y fetos ocultos son parte de la imaginería del género. Aun así, López encuentra un giro moral inusitado: una ciudad de apariencia encantadora, cuyas tranquilas gentes se convierten en una horda de monstruos, zombies y criminales.
A nadie se le había ocurrido ver el terremoto de 2010 como una pesadilla apocalíptica. Este solo hecho convierte a Aftershock en la cinta más original de López, y una de las más originales del cine chileno. Quizá tributa demasiado a esa tercera división del gore donde reinaron Herschell Gordon Lewis en los 60, Darío Argento en los 70 y, más recientemente, el propio Eli Roth. Rara vez se aprende a hacer mejor cine en esa zona. Pero eso mismo puede explicar que lo bueno de esta película ocurra justamente cuando pone los pies en su propio territorio, la cultura de la alienación y el descalabro social.
Dirección: Nicolás López. Con Eli Roth, Ariel Levy, Andrea Osvárt, Nicolás Martínez, Natasha Yarovenko, Lorenza Izzo, Ramón Llao. 89 minutos.