Lo que sucede entre el minuto 34 y fracción, y el 84, esos 50 minutos de "Aftershock", pueden ser lo mejor que ha filmado Nicolás López hasta ahora.
López es productivo y batallador, y así como intentó estrujar los buenos tiempos, los de "Que pena tu vida" (2010) y sus dos secuelas, también soportó el fracaso internacional de "Santos" (2008) y que su última comedia "Mis peores amigos" (2013) haya pasado sin gloria y contando de a poco los espectadores.
Al director se le discute su condición y se le cataloga como comerciante en marketing y experto en placements, que hasta se disfraza de bufón comunicacional.
En consecuencia, no se le acepta ni visión de mundo ni representación de la realidad, porque sus únicos propósitos son cortar entradas y ganar dinero.
Y por eso le ha costado defender un humor políticamente incorrecto que se fragua en las fiestas y catacumbas del ABC1 chileno, donde impera el racismo, aflora el clasismo y discriminar es un placer: al viejo, al tonto o al flaite.
A Nicolás López no se le busca el lado y tampoco se le encuentra nada valioso.
Con muchos de sus colegas ocurre lo contrario: buena voluntad, amistad y predisposición.
Esta película es de catástrofe y horror barato, pero pese a los mandamientos del género, en la primera media hora no hay un solo crimen ni hecho de sangre.
Un dato insólito y seguramente una decepción para el público educado en el género, que en vez de la promesa de lo gore, debe tolerar una presentación a tropezones de los protagonistas, donde lo central es la imagen irónica de Chile.
Chile, en el comienzo, no es un caso de subdesarrollo peligroso y violento en América Latina, sino un país de vino, música y conciertos y al menos con una ciudad a escala humana: Valparaíso.
El Gringo (Eli Roth), dos amigos del alma -Pollo (Nicolás Martínez) y Ariel (Ariel Levy)- y tres turistas extranjeras,están bailando en una discoteca porteña en la madrugada del terremoto.
Después del sismo y la destrucción, la película es una cadena de acontecimientos cada más sangrientos y demenciales. Impera el ritmo de la aventura loca y desquiciada, es cine B químicamente puro y una historia de horror que siempre está temblando.
La mano de Ariel y la caída del ascensor; la mujer preñada y armada que interpreta Paz Bascuñán; la pandilla del asesino Ramón (Ramón Llao) y la tortura de El Gringo y la espiral de terror que envuelve a los protagonistas, es un torbellino de acción, sangre y humor que arrastra lo que haya por delante.
Arrasa con protagonistas y secundarios, ricos y pobres, buenos y malos, y además derrumba sociedad, instituciones, religión y ciudad.
Un terremoto rompe la imagen país y surge un Chile real de anarquía e infierno.
Y Nicolás López, en esos inspirados 50 minutos, filma las delicias de un terror mayúsculo y apocalíptico.
"Aftershock". EE.UU.-Chile, 2012. Director: Nicolás López. Con: Eli Roth, Nicolás Martínez, Ariel Levy. 89 minutos. T.E.+7.