Ese improbable escenario en que "Morandé con compañía" se ha convertido en las últimas temporadas, dando espacio a rutinas cómicas pasajeras o perecederas, todas de grueso humor, tiene en este último año un nuevo elemento de reconversión: lo familiar. Insólito rumbo para un programa que hace más de diez años encendía el trasnoche de las pantallas de Mega con vedettes locales y extranjeras, y rutinas de corte revisteril.
En la actualidad, los días viernes este espacio se instala en el horario estelar moldeando su oferta de humor para un público más bien familiar. Los recursos no escasean, y eso se nota en los constantes cambios de escenografía en que se suceden los distintos sketches y en el nutrido contingente de comediantes que protagonizan el segmento "Detrás del muro". Surgido, modestamente, hace un año como un bastidor donde los actores podían cambiar sus ropas mientras se preparaban para el siguiente gag , este espacio terminó siendo una gran metáfora de lo que "Morandé con compañía" es hoy: un lugar donde todo puede pasar.
En los viernes de Mega se interpretan canciones infantiles censurando con el sonido de un pito algunas palabras -sugiriendo así segundas lecturas- o se parodian espacios de la TV, como "Las mil y una noches", o lo que fue "Viva el lunes". Hay personajes entrañables y chistes inocentes que bien pueden hacer reír a un niño, pero también algunos cuentos de doble sentido que solo despiertan risas en el pequeño público porque el mismo elenco que los interpreta se larga a reír. "Mamá, no entendí", dirá un niño en casa, no con poca frustración. Hay garabatos que no llegan a ser censurados -la emisión es en vivo- y palabras coloquiales pero malsonantes, como "poto", que al ser escuchadas por un pequeño causarán el efecto disonante de carcajada y rubor. Por otro lado, está la constante presencia de la esencia fundacional de "Morandé": todavía aparecen mujeres vestidas con mezquina tela y generosa piel, pero, a cambio, en esta nueva versión más familiar también aparecen hombres en igual condición. Hay que reconocer que generalmente el exhibicionismo de los viernes no se ofrece directamente como un contenido de hipersexualización, pero tampoco tiene una gran justificación en la narración.
Una advertencia (o consuelo, dependiendo del lector): las noches de sábado "Morandé con compañía" retoma su senda tradicional y el humor más adulto -y sexista- vuelve en gloria y majestad. Una duda válida: cuánta audiencia del viernes no pasará inocentemente al sábado, siguiendo el mismo nombre del programa y conductor en la pantalla del televisor.
Recuperar las audiencias familiares de los viernes desde el humor es un empeño no menor, y que requiere cuidados mayores si viene asociado a una marca tan potente en la entretención adulta, con más de 10 años de historia de chunga desenfadada y revisteril. El equipo creativo que actualmente da vida al espacio sugiere que en ellos está el potencial para hacer un producto familiar que, sin caer en pruebas de blancura excesivas, tenga mayores visos de definición y, por tanto, calidad.