"X-men: días del futuro pasado"
La popular saga de los X-Men ha tenido considerables altibajos en el transcurso de sus siete películas. Han pasado 14 años desde el estreno de la primera parte, y hoy las aventuras de Wolverine, Magneto, Mystique y demás mutantes son un apetecido plato para las audiencias, que han olvidado bodrios como "X-Men Origins: Wolverine" (2009) para quedarse con esfuerzos más nobles como "X-Men First Class" (2011). Esta vez la historia es más ambiciosa: parte en un futuro oscuro y apocalíptico donde la humanidad ha llevado a los mutantes al borde de la extinción, y la única solución posible es mandar a Hugh Jackman al pasado a arreglar el desaguisado antes de que ocurra. Esto permite mezclar el elenco original con las "versiones jóvenes" que vimos en "First Class", y dar un nuevo empujoncito a la franquicia gracias al formateo argumental que permite "cambiar la historia". Toda la ambición funciona, porque esta debe ser una de las más logradas y entretenidas películas de la saga. Estrujando al máximo el atractivo de los personajes (y actores) de siempre, la historia entrega todo lo que se espera y más. Con un ritmo, humor y secuencias de acción a la altura, el director Bryan Singer lo aprovecha todo. Y bien por Peter Dinklage como el villano humano de turno que es tan entretenido de ver como su personaje en "Game of Thrones". Los únicos problemas son los errores de continuidad entre las películas de la saga y una Jennifer Lawrence que esta vez se cae a la sobreactuación cuando está pintada de azul. El resto es puro gusto a poco.
"X-Men: Days of Future Past". EE.UU, 2014. 131 min. TE +7."Pasión inocente"Guy Pearce ("Memento") es un profesor de piano que ya no quiere hacer clases en un colegio. Su hija ya es una adolescente y su esposa parece muy feliz. Hasta que llega Sophie, una estudiante de intercambio con la sensibilidad que el personaje de Guy Pearce necesita. De a poco empiezan las miraditas, las tensiones y el camino al melodrama. Lo bueno es que el director Drake Doremus decide regocijarse con planos elegantes y las posibilidades que le da el contexto de construir secuencias con música clásica. Las actuaciones son tan naturales y la puesta en escena tan sobria, que la intimidad y el calor de las situaciones se transmite con impecable gusto. Sin muchas grandes situaciones, la historia se va desenvolviendo a fuego lento, y entrega los placeres de un relato que no tiene mucho de original, pero que destaca por lo bien contado. Hay muy poca piel, escaso griterío y casi nada de llanto, pero mucho sentimiento.
"Breathe in". EE.UU., 2013. 98 min. Mayores de 14.